
Categoría: CNT Comarcal Sur Villaverde
Solidaridad con el Kurdistán Sirio
Concentración domingo 13 de octubre 12 h en la plaza de Tirso de Molina


El movimiento libertario en la Revolución de Asturias

Este Viernes 11 de Octubre, en, La Brecha, Vallecas a las 19h, charla a cargo del Historiador Juan Pablo Calero: EL MOVIMIENTO LIBERTARIO EN LA REVOLUCIÓN DE ASTURIAS.
C/ Picos de Europa n. 11 ( letra l ). Metro Nueva Numancia.
Manifestación contra las casas de apuestas


Ellos se lucran. La clase obrera se arruina
Las casas de apuestas son una plaga en los barrios obreros. En los últimos años se han multiplicado de manera incontrolada en los distritos con menor renta de Madrid como Puente de Vallecas, Usera, Villaverde o Carabanchel. Este crecimiento se produce en estos barrios tras el golpe de la crisis que conlleva una bajada de precio del alquiler de los locales para poder extraer más beneficios.
Las apuestas se están convirtiendo en la adicción del siglo XXI. Esta adicción empieza con apuestas pequeñas que suponen un gasto minimo, pero que cada vez van aumentando más hasta llegar a apostar grandes cantidades de dinero, consecuencia de la pérdida de control sobre uno mismo. Esta conducta adictiva se ve alimentada por la posibilidad de apostar las 24 horas del día, los 365 días del año, en casinos online. Todo en la construcción de estos locales está enfocado a que perdamos la noción del tiempo, ya que no tienen luz natural ni ventanas. Como resultado de todos estos ingredientes nos encontramos que el 30,9% de los ludópatas tiene menos de 35 años.
Estas empresas ejercen su poder en el estado y las universidades para legitimar su derecho a robar a nuestra clase mediante el reconocimiento de ocio inocuo a la miseria que ofertan sus establecimientos. Pero no solo influyen a través de instituciones, sino que conquistan a miles de personas a través del patrocinio de carismáticos personajes como Carlos Sobera, deportistas como Rafa Nadal y Neymar o teóricos referentes juveniles como el Chojin o ZPU.
Las casas de apuestas son otra herramienta más del sistema para mantener a la clase obrera adormecida y engañada. Tiramos el poco dinero que tenemos en estos sitios con la remota esperanza de que un golpe de suerte nos arregle la vida y, por fin, mejoren nuestras condiciones de vida. Sin embargo, la realidad es que los golpes de suerte no llegan. Salimos de esas casas de apuestas con menos dinero y ánimos, pensando: «tal vez mañana”. Mientras tanto, los dueños siguen frotándose las manos porque cuanto más «pierdes tú, más ganan ellos”.
Por eso decimos basta. Basta de saquearnos, de vendernos ilusiones, de degradar nuestros barrios, de fomentar trabajo precario, de aprovecharos de nuestra miseria.
Es por todo esto que multitud de colectivos, organizaciones, asociaciones y vecinas y vecinos de Madrid convocamos una manifestación contra estos negocios y el destrozo que hacen a la vida de miles de familias trabajadoras el próximo domingo 6 de octubre de Cuatro Caminos a Tetuán a las 12h.
Organización versus grupo de afinidad: el proceso de hiperautonomización y las debilidades estructurales de un colectivo anarquista

Tomando como marco de experiencia el complejo panorama del movimiento libertario heleno, el autor realiza un análisis del funcionamiento de los grupos de afinidad anarquistas que, de una manera más o menos generalizada, funcionan como base del movimiento libertario en Grecia. En el texto se repasan las limitaciones prácticas de este modelo organizativo, centrándose especialmente en el proceso de hiperautonomización derivado del progresivo aislamiento de muchos grupos de afinidad que operan en este país. Finalmente, el autor plantea la necesidad de mejorar la coordinación e integración de los frentes de lucha a través de la paulatina consolidación de una organización libertaria que contribuya, por un lado, a la federación de grupos ácratas y, por otro, a superar las debilidades organizativas del movimiento anarquista heleno.
«Por nuestra experiencia hasta el momento, creemos que la falta de acceso a la sociedad es lo que nos hace inofensivos para el poder estatal. Porque la revolución social no la hacemos nosotros y nuestro grupo de afi nidad, sino el conjunto de los explotados, convirtiendo en realidad el sueño anarquista. Esto significa que quien no ve la necesidad de estructurar y organizar nuestro ámbito –con los correspondientes golpes seleccionados contra el Estado– está poniendo, inconscientemente y con una práctica dogmática y corta de miras, obstáculos a la evolución del movimiento anarquista en Grecia y convirtiendo el sueño anarquista en una pesadilla cotidiana». Es cierto que, en la mayoría de los casos, y debido a las cortas edades imperantes en el movimiento griego anarquista, el proceso por el cual se forma un colectivo anarquista/ antiautoritario se realiza en términos de grupo de afinidad. Esto, en un primer momento, no se juzga de facto como algo negativo: nadie puede, por ejemplo, considerar una desgracia la creación de un colectivo a partir de un grupo de amigos ya existente que se politiza al mismo tiempo en una ciudad de provincias o un barrio de Atenas. Estructuralmente, pues, la creación de un colectivo político basado inicialmente en relaciones de confianza y amistad no es algo negativo. El problema se localiza en un estadio ulterior, en la evolución y la forma que el grupo experimenta a lo largo del tiempo.
Una vez formado todo colectivo, comienza el proceso de construcción de un espacio común entre sus miembros. Los miembros van tomando forma colectivamente, desarrollan su discurso político común y construyen una cotidianeidad colectiva, que en la mayoría de los casos se convierte en “su propia” realidad. En este último punto se encuentra, en nuestra opinión, la fuente del problema.A falta de un control exterior (nos referimos evidentemente al control colectivo en el marco de una Organización o Federación más amplia), el grupo crea una concepción exclusivamente suya sobre el acontecer social y político, por no estar comprometido con ningún otro colectivo, se hace más real a cada momento y con cada acción, al encarnarse en una experiencia vivida colectivamente (el proceso de hiperautonomizacion de la asamblea). Esta concepción aparece como una coordenada de diversos factores como las lecturas comunes, la cotidianeidad común, las experiencias comunes del movimiento y, por último, la infl uencia de personalidades destacadas de cada asamblea, que por diversos motivos dotan al grupo y a sus miembros de la terminología, las fuentes teóricas y la estructuración central de su pensamiento.
Los “capitanes invisibles” o “luchadores influyentes”, de acuerdo con el término más condescendiente son, en nuestra opinión, un fenómeno natural e inevitable, congénito a los principios de la organización colectiva y la evolución humana (edad, experiencia, agudeza, sustrato cultural), muy cerca de la microfísica del poder de Foucault. Pero el problema no es este fenómeno en sí, sino el marco informal en el que se desarrolla y la dinámica que adquiere.
La jerarquía informal no se afronta refunfuñando, sino mediante el control colectivo, democrático y político que emana no solo de la voluntad de algunos, sino de la propia estructura. El dirigismo político de algunas asambleas por parte de ciertas personas no es problema exclusivo de esas personas, sino sobre todo de la propia asamblea, de su propio sistema de funcionamiento.
Una personalidad ocupa el espacio que le dejan libre los demás; no es casual que haya grupos que, privados de una o dos personas, vegetan. Y ahí es donde llegamos a la cuestión de la acumulación de capital de experiencia y conocimientos (una especie de capital social al nivel pequeño de una asamblea).
Lo referido demuestra que los “luchadores influyentes” tienen cierto tipo de “conocimientos técnicos”. Conocimientos técnicos que, en lugar de ser compartidos con la asamblea, constituyen un monopolio en manos de ciertas personas que consiguen dominar en una relación de dependencia. Estos conocimientos técnicos no proceden exclusivamente de su capacidad retórica, sino de un proceso de acumulación de plusvalía intelectual: del capital experiencial acumulado de toda la asamblea que, en su redistribución, sufre un cortocircuito. Por decirlo más llanamente, todo colectivo acumula a través de sus acciones y experiencia un capital experiencial y de conocimientos. Inicialmente, este capital existe solo como producto colectivo, es decir, existe como capital colectivo del grupo, sin ser individualizado. Pero la inercia de muchos miembros, a falta de objetivación y posicionamientos políticos concretos a nivel de grupo (atribuimos la responsabilidad a las estructuras y no a las personas), en combinación con las capacidades naturales del “luchador influyente”, llevan este capital acumulado a manos de unos pocos, que se benefifician así (muchas veces sin querer) de las desigualdades estructurales del informalismo.
Lo que necesitamos, pues, no es expulsar a esos pocos, sino crear un mecanismo que distribuya igualitariamente el capital en cuestión entre todos los miembros de la asamblea. El informalismo es el libre mercado de un movimiento, y donde hay libre mercado, hay quienes dominan el capital.
El proceso de hiperautonomización descrito anteriormente no se ve interrumpido tampoco por los nuevos miembros de un colectivo que, en mayor o menor medida, se ven obligados a ser absorbidos por la microrrealidad del grupo y a velar por la preservación de la deseada autonomía.
Los nuevos miembros tienen que afrontar a su vez una serie de problemas: desde un sistema ya establecido de comunicación interna en el grupo (terminología, frases hechas, humor interno, cuestiones tabú, referentes políticos), hasta el respeto informal (espontáneo) a sus miembros más destacados/activos y, en defi nitiva, la aceptación o el confl icto con una estructurada concepción de su propia realidad, la “realidad” del colectivo antes mencionada.
Bajo el peso de la obligación de adaptarse a un nuevo microcosmos, estructurado sin ellos, estos nuevos miembros tienen tres opciones fundamentales: (a) adaptarse al marco existente y aceptar las normas, (b) intentar cambiarlo en mayor o menor medida, y, por último, c) rechazarlo y abandonar el grupo. El problema es que, entre las dos primeras opciones existe una desigualdad inherente que, en nuestra opinión, procede también de la falta de estructura.
En un examen más atento observamos que, en la inmensa mayoría de los casos, la balanza se inclina a favor de la primera opción (dejamos de lado la tercera). Es decir, un nuevo miembro se adapta antes o después a la ya configurada realidad del grupo, sin intentar siquiera cuestionar el marco existente. Esto se debe, principalmente, a la inseguridad que experimenta, no solo en relación con si tiene capacidad para hacerlo, sino con si ha entendido el propio marco, si ha entendido a qué se va a enfrentar. Dicha desigualdad reside en la debilidad estructural de los nuevos miembros para cambiar el marco existente. Una debilidad que se debe a dos razones fundamentales: (a) la diferencia de edad entre nuevos y “veteranos”, con lo que ello conlleva, y (b) la relatividad del marco político de cada colectivo.
De entrada, es bien sabido que nuestro “ámbito” atrae nuevos miembros casi exclusivamente de corta edad, especialmente de estudiantes y jóvenes. De este modo, para un chaval, la diferencia de edad, experiencia y sustrato teórico entre él mismo y los miembros más antiguos, se percibe enormemente, sobre todo por su parte. Además, en la mayoría de los casos, desgraciadamente, el nuevo miembro no se va a encontrar con un marco de posicionamientos políticos coherente, confi gurado por un conjunto de personas más amplio que supere los estrechos límites del colectivo. Por el contrario, se va a enfrentar a un conjunto de ideas y prácticas que conforman, como se ha dicho, la realidad de un grupo de veinte personas. La relatividad del objeto, pues, que potencialmente podría ser cuestionado, priva de sentido el cuestionamiento.
Para decirlo más claramente, esta relatividad reside en la falta de posicionamientos políticos formulados expresamente y en irresponsabilidad (política) que campa en los pequeños colectivos desconocidos, en ausencia de un ente político más amplio con nombre y reconocible. A consecuencia de esta relatividad, toda crítica choca con un funcionamiento casi ritual de cada grupo que, en la mayoría de los casos, tiene por consecuencia que no se puedan resolver políticamente las diferencias. A falta de posicionamientos políticos bien establecidos, estatutos, etc., toda crítica se produce exclusivamente sobre la “táctica” de un colectivo, y no en la correlación de esta táctica con sus posicionamientos. Además, mientras la necesidad de adoptar tal o cual acción se juzga siempre a partir de la percepción o la voluntad de las personas que forman un colectivo, y no viene determinada por la propia necesidad social o por el peso de una decisión más amplia para una acción a nivel de toda Grecia, la diferencia aflorará en términos de crítica personal dentro del colectivo, y no en términos de coherencia política y responsabilidad social. Lo que defendemos, pues, es que las presiones externas (en el marco de una Organización) no “someten” a un colectivo, sino que, por el contrario, lo ayudan a clarificar su marco político, a tomar distancia con respecto a los puntos ambiguos y a politizar sus diferencias y sus conflictos internos.
Por otra parte, su hiperautonomización lo convierte en un grupo de amigos que resuelve sus diferencias con el único criterio de su cohesión y la correlación cualitativa entre sus particulares aspiraciones políticas y el rendimiento de sus miembros. De acuerdo con el marco actual, si un colectivo consigue materializar sus anhelos políticos, con independencia de lo que las circunstancias políticas impongan, marcha bien. Es decir, su compromiso comienza y termina en las coordenadas de los deseos y aspiraciones de sus miembros.
En resumen
Por ejemplo, cinco colectivos que a veces se encuentran en procesos del movimiento y colaboran en un marco de nula responsabilidad política uno con respecto a otro (que no va más allá de la solidaridad y el apoyo mutuo), son en realidad cinco grupos diferentes, con un sustrato ideológico común, muy en general, que aportan en cada ocasión cinco realidades diferentes. Esto ocurre, como hemos dicho al comienzo, porque en el momento de su formación no había ningún compromiso, ninguna comunicación (política) esencial y ningún control colectivo por parte de un ente político superior (Organización, Federación), con el resultado de que la visión de la realidad no se ve “fi ltrada” colectivamente y no es directamente cuestionada por ninguna fuerza que no sea el propio colectivo.
El grupo de afifi nidad, de este modo, crece dentro de su propio mundo, a merced de las desigualdades naturales y sociales implícitas en las relaciones entre personas de diferente edad, clase social, vivencias, experiencia, tendencia, etc., y se queda luchando solo con sus propios demonios.
Sin el apoyo de un ente político, el colectivo aislado se percibe a sí mismo no como parte de un organismo que construye la revolución social, sino como un organismo independiente, que colabora con los demás por voluntad y no por necesidad. Como parte de un organismo, estás obligado a trabajar, a fin de que todo el organismo funcione en una relación de interdependencia, mientras que como organismo independiente basta desear colaborar con otros en un momento determinado, en un marco y bajo unos términos que nadie sabe cómo se van a determinar. El organismo/colectivo/grupo de afinidad autónomo es el rey de su microcosmos. Tiene su propio territorio, su sede, su ejército, su consejo y el entorno de allegados que de vez en cuando refuerzan sus bloques y sus actos. Todos estos reyes juntos conforman el ámbito antiautoritario griego; un mundo dispersamente poblado con una fuerte comunicación interna formal, estructurado sobre un extraño principio: el informalismo y los conflictos internos que este conlleva es la base de su existencia, un medio de cohesión y armonía internas.
Por decirlo brevemente, el informalismo domina como un mal menor para evitar tempestuosos confl ictos en el interior del ámbito anarquista. Es decir, como un intercambio para mantener una amistad y una comunicación internas, basadas en la proximidad ideológica entre colectivos que conviven, estableciendo una solvencia ideológica abusiva no temporal, a costa de la responsabilidad social y política de su época.
La realidad del colectivo aislado, su visión global de las cosas, que a veces no es sino la visión de un solo individuo, la relatividad de su marco político y su hiperautonomización toman, a través del informalismo, elementos de absolutismo, alienación y heteronomía. Por otra parte, la organización en un ente político anarquista más amplio crea los imprescindibles mecanismos de control colectivo, basados en principios y posicionamientos decididos colectiva y públicamente por el conjunto de colectivos que la componen; desarmando así estructuralmente la arbitrariedad y el abuso y cimentando la verdadera autonomía de cada parte de ese cuerpo. Adoptando, en pocas palabras, el marco político de un “anarquismo social, que busca la libertad a través de estructuras y responsabilidades mutuas (…)”. Por tanto, mientras el informalismo siga desempeñando el papel de la metadona, el movimiento anarquista griego seguirá pareciendo un cuerpo enfermo, que se esfuerza conscientemente por mantener sus dependencias. Y como la historia, según parece por la práctica mantenida hasta ahora, se transmite más oralmente que por escrito para cada generación, la obsesión anti-organizativa conlleva el riesgo de que el anarquismo en Grecia acabe siendo una palabra “inofensiva desde el punto de vista político y social, un simple capricho que escandalice de manera divertida a los pequeñoburgueses de todas las épocas”. En estos tiempos en que el movimiento anarquista, como la parte más orgánica del mecanismo para dar la vuelta a lo establecido, está pagando un alto precio por su actitud, la estructura no se presenta ya como una simple posibilidad, sino como una necesidad para que el anarquismo siga siendo una palabra peligrosa política y socialmente.
Antonis Drakonakis. Traductor: Rafael Herrera, (SOV de Málaga de la CNT-AIT).
CNT nº 421, oct-dic 2019
Libro: «Barcelona mayo de 1937», Agustín Guillamón

GUILLAMÓN, Agustín: Barcelona, mayo de 1937. Libros de Anarres, Buenos Aires, 2019, 349 páginas.
Introducción
La edición argentina de este trabajo de Agustín Guillamón, actualiza, abrevia y mejora la edición de Ediciones Descontrol de Barcelona, en 2017, sobre este tema. No reproduce el amplio anexo documental de la edición barcelonesa, pero añade una introducción que sitúa al lector ante el fenómeno del origen y formación de los comités de defensa cenetistas y sus características fundamentales. Aporta, además, un detallado apéndice de notas biográficas y precisiones históricas que facilitan la lectura y comprensión del texto.
Las sangrientas jornadas de mayo de 1937, en Barcelona
Los decretos de la Generalidad del 4 de marzo de 1937 creaban un Cuerpo Único de Seguridad (formado por la Guardia de asalto y la Guardia civil) y disolvían (en un futuro inmediato) las Patrullas de Control. Tales decretos provocaron la dimisión de los consejeros cenetistas y una grave crisis de gobierno.
En la asamblea de la Federación Local de Grupos anarquistas del 12 de abril de 1937, radicalizada por la invitación realizada a las Juventudes Libertarias y a los delegados de los comités de defensa, se exigió la retirada de todos los cenetistas de cualquier cargo municipal o gubernamental y se creó un comité insurreccional. En esa radicalización habían tenido un papel destacado Julián Merino, Pablo Ruiz y Juan Santana Calero.
El 15 de abril, tras una larga y difícil negociación, Companys y Escorza pactaron personalmente una salida a la crisis y la formación de un nuevo gobierno (con la entrada como conseller del cenetista Aurelio Fernández).
El asesinato de Antonio Martín en Bellver de Cerdaña, el 27 de abril de 1937, supuso la ruptura del pacto tan laboriosamente alcanzado. Escorza puso en alarma a los comités de defensa al desvelar la información sobre un próximo golpe de fuerza del bloque contrarrevolucionario. Escorza hizo saltar la chispa, pero se mostró contrario a una insurrección que consideraba prematura y mal preparada, sin objetivos ni coordinación.
La provocación del 3 de mayo, cuando Eusebio Rodríguez Salas asaltó la Telefónica, movilizó a los comités de defensa, que en dos horas declararon la huelga revolucionaria, se apoderaron de todos los barrios obreros y levantaron barricadas en el centro de la ciudad y en lugares estratégicos. Los comités superiores cenetistas (especialmente Eroles y Asens) intentaron controlar a los comités de defensa, pero fueron desbordados y no consiguieron controlarlos.
La mañana del 4 de mayo Julián Merino convocó una reunión del Comité Regional, consiguiendo que se formase un Comité Revolucionario de la CNT (formado por Merino, Ruano y Manzana) y dos comisiones para coordinar y extender la insurrección. En esa misma reunión se nombró una delegación cenetista, encabezada por Santillán, para negociar en el Palacio de la Generalidad una salida pactada. La CNT jugaba con dos barajas: la insurreccional y la negociadora; Companys (presidente de la Generalidad) y Comorera (secretario del PSUC) sólo jugaban con la baraja de la provocación, con el certero objetivo de conseguir la aniquilación de los insurgentes, la debilitación de la CNT y un gobierno fuerte.
En la tarde del 4 de mayo, los trabajadores revolucionarios barceloneses, armados en las barricadas y dispuestos a todo, no fueron derrotados por el PSUC, ni por ERC, ni por las fuerzas de orden público del gobierno de la Generalidad. Fueron sometidos por los mensajes apaciguadores de la radio. El intento revolucionario de encontrar una coordinación y un objetivo preciso a la insurrección en curso, fracasó. Cuando toda Barcelona era ya una barricada, los obreros en armas fueron vencidos y humillados por las peroratas radiofónicas de los comités superiores cenetistas, y muy especialmente por el discurso del beso de Joan García Oliver.
El 5 de mayo, al mediodía, Sesé, cuando iba a tomar posesión de su cargo de consejero, fue tiroteado desde el Sindicato de Espectáculos de la CNT, al no atender el auto en que viajaba el alto del control de una barricada. Companys, en represalia, ordenó repetidamente a la aviación que bombardease los cuarteles y edificios en poder de la CNT. Los Amigos de Durruti lanzaron una octavilla que intentaba dar unos objetivos concretos a la insurrección: sustitución de la Generalidad por una Junta Revolucionaria, fusilamiento de los culpables de la provocación (Rodríguez Salas y Artemi Aguadé), socialización de la economía, confraternización con los militantes del POUM, etcétera. Los comités superiores desautorizaron inmediatamente esa octavilla, que tuvo la virtud de reavivar la lucha en las barricadas.
Los días 5 y 6 de mayo fueron los de mayor auge de la lucha callejera. Los conatos cenetistas de tregua, o abandono de las barricadas, siguiendo las consignas radiofónicas y de la prensa, fueron aprovechados por el bloque contrarrevolucionario para consolidar posiciones; hecho que a su vez provocó que los revolucionarios reanudaran los combates y se volviera a las barricadas.
El 7 de mayo era evidente que la insurrección había fracasado. Las tropas enviadas desde Valencia desfilaron por la Diagonal y ocuparon toda la ciudad. Empezaron a deshacerse las barricadas. Los comités superiores, en los días siguientes, intentaron ocultar todo lo sucedido, arreglar las actas en proceso de redacción y en definitiva evitar en lo posible la previsible represión estalinista y gubernamental contra la Organización y contra los protagonistas más destacados.
Si hubiese que resumir mayo del 37 en una frase, ésta debería explicar que los trabajadores revolucionarios, armados en las barricadas y decididos a todo, fueron abatidos por los llamamientos al alto el fuego emitidos por la radio: Barcelona fue una insurrección derrotada por la radio.
Conclusiones:
Por primera vez en la historia, se dio el caso de una insurrección iniciada y sostenida contra la voluntad de los líderes a que perteneció la inmensa mayoría de los insurrectos. Pero, aunque una insurrección puede improvisarse, una victoria no (Escorza); y aún menos cuando todas las organizaciones obreras antifascistas se mostraron hostiles al proletariado revolucionario: desde la UGT hasta los comités superiores de la CNT.
Los comités superiores llegaron a jugar con dos barajas, permitiendo la formación de un Comité Revolucionario de la CNT, al mismo tiempo que se formaba una delegación para negociar en el Palacio de la Generalidad. Pero muy pronto abandonaron la carta insurreccional por los ases del alto al fuego, que aseguraban su futuro de burócratas.
UGT y comités superiores de la CNT, ERC y gobierno de la Generalidad, estalinistas y nacionalistas, todos juntos, convirtieron la hermosa victoria militar de la insurrección, al alcance de la mano (Merino, Rebull), en una horrorosa derrota política. Todos juntos, pero de forma distinta, para desempeñar eficazmente cada uno su papel. Estalinistas y republicanos directamente en las barricadas de la contrarrevolución. Anarcosindicalistas y poumistas en la ambigüedad del quiero y no puedo, del soy, pero dejo de ser; los primeros recomendando el cese de la lucha y el abandono de las barricadas; los segundos mediante el “audaz” seguidismo de los primeros.
Sólo dos pequeñas organizaciones, los Amigos de Durruti y la SBLE, intentaron evitar la derrota y dar a la insurrección unos objetivos claros. El proletariado revolucionario barcelonés, esencialmente anarquista, luchó por la revolución, incluso contra sus organizaciones y contra sus líderes, en un combate que ya había perdido en julio de 1936, en el mismo momento en que dejó en pie el aparato estatal y trocó la lucha de clases por el colaboracionismo y la unidad antifascista.
Pero hay batallas perdidas que han de librarse en beneficio de las generaciones futuras, sin más objetivo que el de dejar constancia de quién es quién, advertir el lado de la barricada en que se encuentra, señalar dónde están las fronteras de clase y cuál es el camino a seguir y los errores a evitar.
Balance. Cuadernos de historia del movimiento obrero.
Barcelona, septiembre de 2019
Siglas:
CNT: Confederación Nacional del Trabajo
ERC: Esquerra Republicana de Catalunya
POUM: Partido Obrero de Unificación Marxista
PSUC: Partido Socialista Unificado de Cataluña
UGT: Unión General de Trabajadores
El capitalismo no puede ser verde

Cuando me hablan de capitalismo verde no puedo dejar de pensar en cada una de las voces que, desde diferentes perspectivas, nos hablan de las atrocidades del capitalismo y sus avances.
Desde la creación de las primeras ciudades hasta día de hoy vemos como el medio que rodeaba éstas y sus recursos eran degradados o esquilmados. Sin ningún miramiento por el equilibrio del ecosistema.
Con el nacimiento de las ciudades se estrenó el capitalismo y el mercado. Ya en aquellos tiempos se hicieron evidentes los pilares que lo sustentarían. Con dicha concentración, el impacto ambiental creció. Aunque todavía era sostenible. Avanzó con la creación de los imperios y su necesidad de madera, piedra y agua.
El capitalismo industrial nació de la unión del carbón y la máquina de vapor. Es en este momento cuando se producen las grandes privatizaciones de la tierra y nace la identidad obrera. Producto de la falta de medios de subsistencia y la huida a la ciudad en busca de trabajo. No es casualidad que en estos momentos comiencen a aparecer leyes contra maleantes, etc.: personas sin trabajo.
Las mejoras en educación y salubridad fueron para mantenernos vivas, funcionando, trabajando. El poder enseñado en la escuela para rendir en la fábrica.
La sociedad capitalista financiera proviene de una serie de planes de ajuste provocados por cada una de las crisis económicas y diferentes evoluciones de los combustibles fósiles con el petróleo a la cabeza seguido del gas natural, fracking y arenas bituminosas. De la nuclear ni hablamos que todavía no sabemos qué hacer con sus residuos, más allá de esconderlos debajo de la cama.
Podríamos hablar de una época donde la identidad predominante es la consumidora. Ya no nos necesitan para trabajar, ahora tienen máquinas. Una máquina vale el trabajo de diez personas ¿Podría esta máquina valer por el descanso (que no paro) de diez personas?
Hablar de Green New Deal puede parecer una idea atractiva. Quién se podría oponer a las ideas que se desprenden de toda propuesta que ayude a la mejora del medio ambiente. A día de hoy nuestros ríos están contaminados, el aire está contaminado y también está contaminada la tierra.
Pero este “Nuevo” Capitalismo Verde no es más que el lobo con piel de cordero. Creo que después de más de doscientos años de desarrollo del capitalismo industrial llegan un poco tarde medidas de ajuste ecológico. Kyoto pasó y no se han cumplido la mayoría de sus medidas. Y si se han alcanzado, ha sido gracias a normativas sin mucha mano del mercado.
Si echamos la vista atrás podemos ver como, previas a las grandes cumbres ecológicas, ha habido otras tantas convenciones económicas donde se ponían trabas y coto a muchas medidas que pudieran proponer. Se crearon sus propios tribunales internacionales fuera de los estados que les podrían controlar.
Y ahora, una vez más querrán utilizar al estado para mantener el poder. Compran cuotas de emisión de CO2, trasladan fábricas a zonas con normativas laxas en materia laboral y medioambiental o utilizan regiones como vertedero tecnológico. También están las luchas de muchos pueblos enfrentados a grandes empresas internacionales por la protección de su tierra (colectiva) amenazada por grandes oleoductos, estaciones petrolíferas o asentamientos mineros. ¡Pero claro, esto no nos lo cuenta la TV!
Los derechos humanos de tercera generación fueron olvidados según se promulgaron. Primero había que terminar de expoliar los territorios en los que había materias primas. El capitalismo nos prefiere sin tierra para producir alimentos básicos. De esta forma tiene la excusa perfecta para someternos.
Vivimos una época curiosa donde las mismas empresas que contaminan el medio ambiente y precarizan nuestro modo de vida dicen estar interesadas en nuestro cuidado. En algunos casos ya reciben subvenciones internacionales para costear la reparación de los daños causados por su actividad industrial. Coste colectivo, beneficio individual.
¿Qué les impedirá justificar un despido por cuestiones ambientales? ¿Qué les impedirá aumentar el coste de la vida o las bajadas salariales por la implantación de planes de ajuste medioambiental?
Y, por favor, no me hablen del Nuevo que todavía me quedan cosas del viejo. Si es por medio ambiente, podemos empezar en pequeñito. ¿Qué os parece respetar los EPIs en relación a los productos químicos empleados en muchos ámbitos profesionales? ¿O el reconocimiento de enfermedades pulmonares, cánceres, etc debido a los materiales utilizados en los medios de trabajo o en la actividad productiva? ¿O la jubilación anticipada en sectores de riesgo? ¿O el cambio de todos los productos mencionados por aquéllos menos dañinos al ser humano y su medio ambiente? Nuestro medio ambiente
¿Qué te parece dejar de comprar en grandes superficies de productos plastificados y apostar por los productos locales de Km0? ¿O presionar para la mejora de los transportes colectivos frente a los medios de transporte individual? ¿O reparar frente a comprar? ¿Remendar frente a comprar? ¿Compartir frente a comprar? ¿Crear frente a comprar?
Gonzalo – Militante de CNT-Comarcal Sur
Huelga Mundial por el clima

Solidaridad con el Campo de Refugiados de Maxmur en Irak

Desde la Comarcal Sur queríamos transmitir información para apoyar esta campaña de apoyo contra los bombardeos por parte de Turquía al campo de refugiados de Maxmur.
Para adhesiones escribir a: rojavaazadimadrid@riseup.net
Manifestamos nuestra preocupación por la situación de emergencia en que se encuentra el Campo de Refugiados de Maxmur, en Iraq, situado a 60 kilómetros al suroeste de Erbil, la capital de la región del Kurdistán; un campo de refugiados reconocido por las Naciones Unidas que, desde 1998, ha albergado a miles de refugiados básicamente de la zona del Kurdistán de Turquía. Actualmente viven en él unas 13.000 personas, y una gran parte de ellas son niños, niñas y adolescentes nacidos en el campo.
El Campo ha sido objeto de bombardeos por parte de la aviación turca, en concreto, el 6 de diciembre de 2017 y el 13 de diciembre de 2018 los bombardeos mataron a 8 residentes del campamento e hirieron a otros. Una situación que, lejos de terminar, ha continuado con un nuevo ataque sobre el Campo, producido el 19 de julio, que hirió a dos civiles que tuvieron que ser hospitalizados, además de dañar viñedos y huertos que constituyen para muchos de los residentes su fuente principal de supervivencia.
También se producen de forma continuada detenciones de personas residentes del Campo por parte de la policía de la región del Kurdistan iraquí, a las que se mantiene durante muchos días incomunicadas, y después son liberadas la mayoría de veces sin cargos.
Actualmente el Campo se encuentra, además, en una situación muy crítica ante un bloqueo por parte del gobierno de la región del Kurdistan iraquí, que dura des del día 19 de julio, después del ataque del 17 de julio en el restaurante Huqqabaz en Erbil que dejó tres personas muertas, entre ellas un miembro diplomático turco. El Consejo Popular del Campo de Refugiados de Maxmur ha dejado en claro en un comunicado que los residentes del Campo no tienen nada que ver con el ataque en el restaurante Huqqabaz. Porello, creemos que se está criminalizando y represaliando a todo el pueblo que vive en Maxmur.
Las consecuencias del bloqueo y embargo, que dura desde hace más de dos semanas, han generado una situación de emergencia. Se impide la llegada de suministros de alimentos y medicación; los residentes tienen prohibido entrar y salir del Campo, por lo que nadie puede abandonarlo ni siquiera por emergencias médicas o de otro tipo, ni para ir a trabajar fuera del campo. Muchos de los residentes que trabajan en Erbilhan perdido su empleo. A su vez, se han arrestado a residentes civiles del campo, sin que hayan podido ver a sus familiares y sin información disponible sobre ellos.
Para evitar una crisis humanitaria y la criminalización de toda una población de refugiados, entre ellos muchos menores, creemos importante que desde el gobierno iraquí, el gobierno de la Región del Kurdistan y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHRC) se tomen medidas para:
- Poner fin a los ataques aéreos del ejército turco sobre el Campo de Refugiados de Maxmur que son una clara violación de la soberanía de Iraq, y contravienen los entendimientos internacionales de la ONU y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Así, como exigir que Turquía, signataria de la Carta de las Naciones Unidas y de los acuerdos internacionales de derechos humanos, rinda cuentas por sus ataques al Campo de Maxmur.
- Que se levante el bloqueo y el embargo en el Campo de Maxmur y que éste tenga acceso a suministros de alimentos y atención médica, y su población pueda desplazarse libremente, así como garantizar que no se produzcan bloqueos y embargos de este tipo en el futuro.
- Poner fin a las detenciones arbitrarias de residentes del Campo de Maxmur y a la incomunicación de las personas detenidas.
- Garantizar una documentación válida a todas las personas refugiadas que acoge el Campo, ya que actualmente muchas de ellas no han podido acceder a la renovación de la documentación de asilo y muchos niños y niñas nacidos en elcampo, apátridas, no disponen de documentación válida.
Con todo ello esperamos que se puedan garantizar los derechos como refugiados a la población que reside en el Campo de refugiados de Maxmur.–
Israel Sánchez Jiménez
Secretaría de Acción Social
Confederación Nacional del Trabajo (CNT)
Federación Comarcal Sur-Villaverde
Paseo Alberto Palacios Nº 2
28021 Villaverde (Madrid)
Tlf./Fax: 917970424 - Móvil: 662667745
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