Acracia nº 3, enero-marzo 2020

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Acracia nº 1

El Primero de Mayo, como tantas otras fechas señaladas en la historia de la lucha de clases, conmemora el esfuerzo de la clase obrera de otros tiempos, dispuesta a todo por mejorar sus relaciones de dominación y ofrecer a las generaciones futuras una base sólida a partir de la cual construir una sociedad más justa.

La historia del Primero de Mayo es la historia de los denominados Mártires de Chicago. Los sucesos que se rememoran ese día datan de los años 80 del siglo XIX. En esa época la Federation of Organized Trade and Labour Union de EEUU luchaba por la consecución de la jornada de ocho horas. En l886 el Presidente del país, Andrew Johnson, promulgó la ley Ingersoll que establecía ocho horas de trabajo, mas esta no entró en vigor. Por esta causa las organizaciones obreras decidieron declarar una huelga general en EEUU a partir del primero de mayo de 1886. Hay que recordar que entonces se trabajaba entre doce y catorce horas, tanto hombres como mujeres, y ello a cambio de sueldos miserables.

El punto neurálgico de la huelga estuvo en Chicago, una gran ciudad industrial y con un movimiento obrero muy activo. El primer día de conflicto la ciudad quedó paralizada. A pesar de ello, industrias relevantes como la McCormick contrataron esquiroles para romper la huelga. Cuando los huelguistas se concentraron ante esta empresa la policía intervino, provocando numerosos muertos y heridos.

Tras una concentración en la plaza de Haymarket para protestar por los sucesos antes citados y cuando los oradores casi habían terminado sus alocuciones, la policía hizo su aparición; en ese momento explotó una bomba entre ellos, matando a un agente. A continuación se produjo un auténtico baño de sangre. La policía abrió fuego, matando e hiriendo a numerosas personas congregadas pacíficamente.

Lo que sucedió después se puede imaginar fácilmente.

El aparato represivo se manifestó con todo su poder, se produjeron numerosas y gigantescas redadas en los barrios obreros, y se detuvieron a los elementos más destacados dentro del movimiento anarquista de la ciudad. Se cerraron los medios de expresión obrera y sus locales fueron saqueados.

Nunca se ha sabido quién lanzó el artefacto explosivo. Se llegó a sospechar de un agente provocador de nombre Rudolf Schnaubelt que salió indemne de la investigación. La prensa, de manera unánime, juzgó y condenó a los detenidos, pidiendo para ellos la pena de muerte.

El proceso subsiguiente fue una muestra inequívoca de manipulación que condujo al asesinato legal de los reos. El fiscal afirmó y defendió que era imprescindible condenar a los responsables de las luchas obreras para salvar a las instituciones del Estado de la amenaza revolucionaria.

El 11 de noviembre de 1887 Spies, Parsons, Engel y Fischer fueron ejecutados en la horca; Lingg se suicidó en su celda antes de la ejecución. En todo momento, hasta el fin, estuvieron convencidos del ejemplo que su sacrificio suponía para la causa de la revolución social. Las generaciones posteriores así lo han interpretado. Ojalá su recuerdo perdure siempre.

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Nace en Madrid la Federación de Ateneos y Grupos Libertarios de Barrio

El día 15 de diciembre de 2018 se constituyó en el ESLA-EKO de Carabanchel, Madrid, la Federación de Ateneos y Grupos Libertarios de Barrio de Madrid. Sus fines programáticos son: 1) Acumular el conocimiento generado por la acción diaria de los colectivos federados; 2) Extender por los barrios y pueblos de nuestro ámbito territorial las prácticas antiautoritarias y autogestionarias a la hora de enfocar las luchas; 3) Practicar el apoyo mutuo entre grupos, reforzando con ello los diferentes proyectos y su extensión; 4) Realización de campañas conjuntas; y 5) Dar respuestas colectivas a los problemas concretos que se presentan en la vida cotidiana.

Cualquier grupo que inspire su acción militante desde postulados asamblearios, horizontales, antiautoritarios y autogestionarios, independientemente de la actividad que desarrolle, podrá formar parte de la «Federación».

Queremos la autoorganización y la confrontación. Deseamos la organización a través de la confluencia de estructuras colectivas, participativas y libertarias, donde el conflicto se pueda dialogar, suavizar y consensuar.

Buscamos la confrontación con el «sistema», con sus dos caras de la misma moneda: capitalismo explotador y Estado opresor, para construir un discurso revolucionario, clarificar posiciones y hacer del trabajo pedagógico una dinámica común; también para apoyarnos emocional y materialmente.

Nos negamos a ser élites, vanguardias, comités permanentes; queremos una organización que se construya desde abajo, que confluya en la acción ciudadana, desde los ateneos libertarios, los grupos de barrio, las escuelas libres, los colectivos feministas, los foros permanentes de debate, los comités de parados, etcétera; para poder ser la levadura que ensanche lo que dichos organismos de base están ya poniendo en práctica. En síntesis, buscamos dar una visibilidad lo más amplia posible a todos los frentes que están abiertos en los barrios y en los pueblos a los que el sindicalismo revolucionario no llega.

De este modo, compartiendo recursos, experiencias, dialogando, creamos organización y con ello hacemos converger las energías individuales dispersas en núcleos colectivos con una capacidad de influencia que contribuya a dar pasos a la tan ansiada revolución.
La realidad social que nos ha tocado vivir impide el desarrollo de alternativas vivenciales de todo tipo. El Capital, con su ubicuidad, nos delimita y nos aplasta. Estamos ante la mayor acumulación de poder jamás conocido por la humanidad, bien organizado, capaz de manipular a la ciudadanía hasta el punto de convertirla en una masa amorfa de individuos mansos. Para combatir este «poder» nos organizamos: unidas somos más fuertes.

Cuando tengamos los recursos y la fuerza suficientes, habrá que darles utilidad para impulsar transformaciones sociales que impliquen a la mayor cantidad de personas posibles. Para ello necesitamos dotarnos de organismos que desde lo local, lo cercano, lo inmediato, sepan integrarse y coordinarse con objetivos globales, alumbrando el camino a una cultura que recupere la solidaridad y el bien común como pilares de esa nueva sociedad que está por nacer; deseamos sustituir el individualismo neoliberal reaccionario por un colectivismo solidario que humanice nuestras relaciones.

Tenemos una tarea ardua por delante. Nadie podrá decir que no es ilusionante.