Errico Malatesta: Los Bandidos Trágicos (1913)

Extraído de rebeldealegre. Publicado originalmente en La Société Nouvelle, año 19, No. 2, Agosto de 1913.

Parecería tarde para hablar aún de ello, pero el tema no obstante sigue siendo actual, dado que estamos tratando con actos y discusiones que han ocurrido una y otra vez en el pasado y que, ay, se repetirán también en el futuro mientras las causas determinantes no hayan desaparecido.

Unos cuantos individuos robaron, y para robar, mataron; mataron al azar, sin discernimiento, a quien se pusiese en medio de ellos y el dinero tras el cual iban. Mataron a personas desconocidas para ellos, trabajadores, víctimas como ellos mismos, e incluso más, de una mala organización social.

En el fondo no hubo nada en esto sino lo de costumbre: fueron ellos el agrio fruto que maduró en el árbol del privilegio en el curso normal de los eventos. Cuando toda la vida social está manchada de fraude y violencia, y cuando aquel que nace pobre está condenado a todo tipo de sufrimientos y humillaciones; cuando el dinero es algo indispensable para la satisfacción de nuestras necesidades y para el respeto hacia nuestra personalidad, y cuando para tantas personas es imposible obtenerlo por medio del trabajo honesto y digno, no hay razón para sorprenderse si de tiempo en tiempo emergen unos cuantos infortunados que, cansados del yugo e inspirados por la moral burguesa, pero sin poder apropiarse del trabajo de otros bajo la protección de los gendarmes, roba ilegalmente bajo las narices de éstos últimos. Ya que para robar no pueden organizar expediciones militares ni vender veneno disfrazado de alimento, asesinan directamente con revólveres o dagas.

Pero los “bandidos” se llamaban a sí mismos anarquistas y eso le dio una importancia y un significado simbólico a hazañas que estaban lejos de tenerlo por sí solas.

“Le Petit Journal”, periódico Francés ( 1863 – 1944.)

La burguesía saca provecho de la impresión que tales actos producen en el público para así denigrar al anarquismo y consolidar su propio poder. La policía, que con frecuencia son los instigadores secretos de estas hazañas, las utilizan para magnificar su propia importancia y para satisfacer sus instintos persecutorios y asesinos de modo de recuperar el costo de la sangre derramada en moneda fuerte y promociones. Lo que es más, dado que se habló del anarquismo, un número de nuestros camaradas se sintió obligado a no negar lo que se llama a sí mismo anarquista. Muchos, fascinados por lo coloreado de la aventura, admirando el coraje de los protagonistas, vio en esto nada más que un acto de rebelión contra la ley, olvidando examinar el por qué y el cómo.

Pero me parece que para determinar nuestra conducta, y aconsejar a la de otros, es importante examinar las cosas con calma, para juzgarlas de acuerdo a nuestras aspiraciones y para no conceder a las impresiones estéticas más valor del que tienen en realidad.

Seguro estos hombres fueron corajudos, y el coraje (que quizás es nada más que buena salud física) es sin temor alguno a la contradicción una cualidad maravillosa. Pero puede ser usada al servicio tanto del mal como del bien. Hemos visto personas corajudas entre los mártires de la libertad y también entre los más odiosos tiranos. Puede hallarse en revolucionarios como también puede hallarse entre camorristas, soldados y policías. Normalmente calificamos correctamente de héroes a quienes arriesgan sus vidas por el bien y tratamos de individuos violentos o, en los casos más serios, como brutos sin sentimientos y sedientos de sangre, a quienes usan su coraje para hacer mal.

No negaré lo colorido de estos episodios e incluso, en cierto sentido, su belleza estética. Pero los poetas admiradores del “beau geste” debiesen tomarse la molestia de reflexionar un poco.

Un automóvil yendo a toda velocidad, conducido por hombres armados con Brownings que esparcen el terror y la muerte en su camino es más moderno pero no más colorido que un bandolero de sombrero emplumado armado con un trabuco que asalta y roba a una caravana de viajantes, o que el barón feudal, vestido de acero y sentado en un caballo de guerra demandando su parte a una persona común, y no tiene más valor. Si el gobierno italiano hubiese tenido algo más que generales de operetta y jefes ignorantes y ladrones quizás hubiese logrado una bella operación militar en Libia, pero ¿hubiese sido la guerra en algo menos criminal o moralmente horrorosa por eso?

Sin embargo estos bandidos no eran, o al menos no todos eran, criminales vulgares.

Entre estos “ladrones” había idealistas desorientados; entre estos “asesinos” había naturalezas heróicas que en otras circunstancias, o inspirados por otras ideas, podrían haberse afirmado como tales. Lo cierto para quienes les conocían es que estos individuos estaban preocupados con ideas y que, si reaccionaron con ferocidad para satisfacer sus pasiones y sus necesidades, fue en gran medida bajo la influencia de una noción especial de la vida y la lucha.

¿Pero son anarquistas estas ideas?

¿Pueden estas ideas, aún si le concedemos a las palabras su sentido más amplio, ser confundidas con el anarquismo, o están, por el contrario, en flagrante contradicción con él?Ese es el asunto.

* * *

Un anarquista es, por definición, alguien que no quiere ser oprimido ni opresor, que quiere el máximo de bienestar, la mayor cantidad de libertad, el más completo florecer de todos los humanos.

Sus ideas, sus deseos, todos rescatan sus orígenes del sentimiento de simpatía, del respeto por todos los seres, un sentimiento que debe ser lo suficientemente fuerte como para llevarle a desear la felicidad de los demás tanto como la propia, y para renunciar a las ventajas personales cuya obtención requiere el sacrificio de otros. Si este no fuera el caso, ¿por qué sería enemigo de la opresión y por qué buscaría no ser un opresor?

El anarquista sabe que el individuo no puede vivir fuera de la sociedad. Que por el contrario, como ser humano existe solamente porque carga, resumidos en él, con los resultados de las obras de incontables generaciones pasadas, y porque se beneficia toda su vida de la colaboración de sus contemporáneos.

Sabe también que la actividad de cada cual influye directa o indirectamente en la vida de todos, y por ende reconoce la gran ley de la solidaridad que reina en la sociedad así como también en la naturaleza. Y ya que desea la libertad para todos debe desear que la actividad de aquella solidaridad necesaria, en vez de ser impuesta y aceptada inconsciente e involuntariamente, en vez de ser dejada al azar y explotada para el beneficio de algunos y para el detrimento de otros, se vuelva consciente y voluntaria y que se manifieste en igual beneficio para todos.

O ser el oprimido o el opresor, o cooperar para el bien mayor de todos: no hay otras alternativas. Y los anarquistas están naturalmente — y no podría ser de otro modo — por la cooperación libre y consensuada.

Entonces no “filosofemos” ni hablemos de egoísmo, altruísmo y otros acertijos. Concordaremos con gusto: somos egoístas. Todos nosotros buscamos nuestra propia satisfacción, pero es  anarquista quien encontrará su mayor satisfacción en luchar por el bien de todos, por la venida de una sociedad dentro de la cual se sentirá hermano entre sus hermanos, entre seres humanos saludables, inteligentes, ilustrados y felices. Quien puede vivir satisfecho entre esclavos y puede sacar provecho del trabajo de esclavos no es, y no puede ser, anarquista.

Hay individuos fuertes, inteligentes, apasionados, presos de grandes necesidades materiales o intelectuales que, puestos en las filas de los oprimidos, quieren a cualquier costo liberarse y, para hacerlo, no dudan en volverse opresores. Estos individuos, hallándose bloqueados por la sociedad actual, llegan a odiar y despreciar a todas las sociedades y, cayendo en cuenta de que sería absurdo querer vivir fuera de la colectividad, quieren hacer que todas las personas se sometan a su voluntad, a la satisfacción de sus propias pasiones. A veces, cuando están de algún modo enamorados de la literatura, se llaman a sí mismos “superhombres.” Inescrupulosos, quieren “vivir sus vidas.”

Burlándose de la revolución y de toda esperanza del futuro, quieren disfrutar el momento a cualquier precio y con desdén por todos. Sacrificarían a toda la humanidad por una hora — y algunos lo han dicho literalmente — de “vida intensa.”

Son rebeldes, pero no anarquistas. Tienen la mentalidad, los sentimientos de burgués fracasado, y si se las arreglan para tener éxito se convierten en reales burgueses, y ni un poco menos terribles entre ellos.

En el curso de la lucha ocurre a veces que los encontramos a nuestro lado, pero no podemos, no debemos, ni tampoco queremos confundirnos con ellos. Y ellos saben esto muy bien.

* * *

Pero muchos entre ellos aman llamarse anarquistas. Es cierto, y deplorable.

Por supuesto no podemos impedirle a las personas adoptar el nombre que gusten, y de nuestra parte no podemos abandonar el nombre que resume nuestras ideas y que nos pertenece, lógicamente e históricamente. Lo que podemos hacer es asegurarnos de que no haya confusión al respecto, o al menos la menor cantidad de confusión posible.Sin embargo, debemos intentar descubrir cómo es que individuos con aspiraciones tan contrarias a las nuestras han podido apropiarse de un nombre que es la negación de sus ideas, de sus sentimientos.

Aludí antes a las sospechosas maniobras de la policía, y sería fácil para mí probar que ciertas aberraciones por las que han intentado culpar a los anarquistas tuvieron como lugar de origen los antros de perdición de la policía: Andrieux, Goron y su estirpe.

En el momento en que el anarquismo comenzó a manifestarse y a obtener importancia en Francia la policía tuvo la brillante idea, digna del más ladino de los jesuítas, de luchar contra el movimiento desde dentro. Con este fin en mente enviaron agentes provocadores entre los anarquistas que simulaban aires ultra-revolucionarios e ideas anarquistas hábilmente parodiadas, las volvían grotescas y diametralmente opuestas a lo que son en realidad. Fundaron periódicos pagados por la policía, provocaron actos dementes y criminales de manera de ponerlas de muestra y que calificasen como anarquistas, comprometieron a inocentes y sinceros jóvenes a quienes poco después delataron y, con la complicidad de la prensa burguesa, lograron persuadir a una parte del público que el anarquismo era lo que ellos presentaban. Y los compañeros franceses tienen buena razón para creer que las mismas maniobras policíacas están todavía llevándose a cabo y que no son ajenos a los eventos que estamos tratando en este artículo. A veces los eventos exceden a las intenciones de los provocadores, pero en cualquier caso, la policía se beneficia de ellos de igual modo.

Debemos añadir a estas influencias de la policía otras que son menos desagradables pero no menos dañinas. En un momento en que sorprendentes atentados atrajeron la atención del público a las ideas anarquistas, escritores de talento, profesionales del bolígrafo siempre en búsqueda de un tema novedoso y la sensacional paradoja, se dispusieron a hacer anarquismo. Y ya que eran burgueses de mentalidad y educación, con ambiciones burguesas, hicieron al anarquismo algo adecuado como para dar a las imaginativas jóvenes y las indiferentes señoras un escalofrío sensual, pero que nada tenía

que ver con el movimiento emancipador de las masas que el anarquismo puede provocar… Eran hombres de talento, que escribían bien, a menudo proponiendo cosas que nadie entendía y… eran admirados. En cierto momento ¿no se dijo en Italia que Gabriele D’Annunzio se había vuelto socialista?

Gabriele D’Annunzio ( 1863 – 1938) Novelista, poeta, dramaturgo, militar y político italiano

Luego de un tiempo estos “intelectuales” volvieron al seno burgués para probar ahí el precio de la notoriedad adquirida, mostrando ser lo que nunca dejaron de ser: aventureros literarios en busca de publicidad. Pero el daño ya se había hecho.

* * *

En resumen, nada de esto hubiese causado gran daño si solo existiesen personas con ideas claras, sabiendo claramente qué quieren y actuando en consecuencia. Pero junto a ellos cuántos hay con ideas confundidas, sus almas inciertas, yendo sin cesar de un extremo al otro.

Así es como es con aquellos quienes se llaman y se creen anarquistas pero que se glorifican en los viles actos que cometen (y que son generalmente excusables por necesidad o por su entorno) diciendo que los burgueses actúan de igual modo, e incluso peor. Esto es cierto, pero ¿por qué entonces pensar que eres distinto o mejor que ellos?

Condenan a los burgueses porque roban al trabajador buena parte de su trabajo, pero nada tienen que decir si uno de los suyos roba al trabajador lo poco que el burgués le dejó.

Se indignan cuando el patrón, para incrementar sus ganancias, hace trabajar a una persona en condiciones insalubres, pero están llenos de indulgencia por quien apuñala a la persona para robar unos cuantos sous.

No tienen más que desdén por el usurero que extorsiona unos cuantos francos de interés al pobre diablo por los diez francos que le prestó, pero encuentran estimable que uno de ellos tome diez francos de él de diez (que no le prestó) pasándole una moneda falsa.

Ya que son pobres de espíritu creen ser seres naturalmente superiores y sienten un profundo desprecio por las “masas atontadas,” arrogándose el derecho a hacer daño a trabajadores, a los pobres, y a los desafortunados porque “ellos no se rebelan y son por lo tanto defensores de la sociedad actual.” 

Conozco a un capitalista que, al sentarse en un café, se place en llamarse socialista, o incluso anarquista, pero en su fábrica no es menos explotador: un patrón avaro, duro, orgulloso. Y no lo niega en absoluto, pero tiene el hábito de justificar su conducta de un modo bastante original para un patrón:

“Mis trabajadores,” argumenta, “merecen el tratamiento que les hago sufrir, ya que se someten a él. Tienen personalidad de esclavos, y son defensores del régimen burgués, etc. etc.”

Este es exactamente el lenguaje de aquellos que se llaman anarquistas pero que no sienten ni simpatía ni solidaridad para con los oprimidos. La conclusión sería que sus verdaderos amigos son los patrones y sus enemigos la masa de los desheredados.

Bien entonces, ¿qué hacen hablando de emancipación y anarquismo? Que se vayan con la burguesía y nos dejen a nosotros en paz.

* * *

He dicho suficiente y debo concluir.

Concluiré dando algunos consejos a aquellos que quieren “vivir sus vidas” y que no les importa la vida de los demás.

El robo y el asesinato son medios peligrosos y, en general, no muy rentables. Por ese camino solo logras pasar la vida en prisión o dejar tu cabeza en la guillotina — especialmente si tienes la impudicia de atraer la atención de la policía llamándote anarquista y frecuentando anarquistas.Es difícilmente un asunto rentable.

Cuando eres inteligente, enérgico e inescrupuloso es fácil hacerte paso entre la burguesía.

Que entonces se esmeren mediante el robo y el asesinato legal para volverse burgueses. Les iría mucho mejor, y si es cierto que tienen simpatías intelectuales con el anarquismo se evitarán el disgusto de dañar la causa que les es querida — intelectualmente.

El espléndido veranillo de la anarquía

Recorrió las calles de Barcelona en las Jornadas Libertarias Internacionales. Pasó por el Baix Llobregat, recorriendo como una brisa las callejuelas del Poblado Roca, fue visto en Vitoria en el barrio de Zaramaga en los días de marzo del 76, y llegó también a la Plaza de Toros de San Sebastián de los Reyes. El segundo verano de la anarquía se encarnó en colectividades y figuras anónimas, se desparramó en un movimiento autónomo y anticapitalista que emergía en los años 70 a través de lecturas dispersas, músicas modernas y luchas por la ruptura de la sociedad-fábrica, y vio resurgir a la Confederación Nacional del Trabajo, el sindicato que protagonizó la lucha obrera desde los años 20 e hizo posible la corta revolución de 1936.

Luis E. Herrero ha dirigido El entusiasmo (Hanoi films, 2019), un documental que recoge algunos fogonazos del segundo verano de la anarquía, el que recorrió España en los estertores del régimen franquista y situó a CNT como paraguas de las ideas libertarias que estaban cuajando en España tras varias décadas de silenciamiento por la vía de la tortura. Herrero presenta la película hoy domingo 9 de febrero en Cinema Maldà de Barcelona y el próximo 13 de febrero en la Sala Mirador de Madrid. Si la anarquía significa el rechazo o la negación de toda autoridad, El Entusiasmo presenta esa idea en su versión más luminosa, muestra todos los síes dentro de ese sonoro “no” ante lo que se estaba configurando ya como el arreglo de salida del Franquismo que ha determinado el rumbo de España desde entonces. Leer más…

EL SALTO

31 de enero: presentación en la FAL del libro ‘Geografía de Abel Paz’

El viernes 31 de enero presentaremos en la sede de nuestra fundación el libro Geografía de Abel Paz. Con motivo del acto, contaremos con la presencia de Fernando Casal y María Antonia Ferrer, historiadores y autores del libro.

Tal y como refieren los propios autores, el libro «es un intento de reconstruir una biografía que Diego Camacho / Abel Paz dejó sin acabar«, y añaden: «Sus cuatro libros de memorias —desde Chumberas y alacranes, hasta Al pie del muro— se detienen en el año 1954. No publicó más. Nos extrañaba que una persona que había narrado con tanto detalle su vida hasta esa fecha no hubiese continuado escribiendo sobre ella. Ese fue el objetivo de nuestra investigación«.

En este enlace encontraréis información detallada sobre el libro, ya disponible en nuestra sede, así como en nuestra tienda online.

Como apuntábamos, la presentación de Geografía de Abel Paz se realizará en la sede de la Fundación Anselmo Lorenzo, en la calle Peñuelas 41, Metro Acacias y Embajadores. Os esperamos a partir de las 19:30 horas.

FAL

Ateneo Libertario Villaverde: «Atado y bien atado»

Ateneo Libertario Villaverde

FAL: Inauguración exposición ‘Revolución Social y Guerra Civil’

El próximo día 10 de enero, a partir de las 18:00 horas, tendrá lugar en la sede de nuestra Fundación de la calle Peñuelas 41, la inauguración de la exposición ‘Revolución Social y Guerra Civil’, a cargo del colectivo ‘Historia Viva Madrid Sur

La exposición, que contará con numerosos objetos de interés, así como mapas y fotografías del momento, estará disponible hasta el día 18 de enero.

Las actividades que acompañarán a la muestra son:

– Viernes 10 de enero, a las 18:00, se presentará la exposición con recorrido por ella por parte de Historia Viva Madrid Sur.
– Sábado 11 de enero, a las 19:00 horas, contaremos con una charla titulada ‘El camino hacia la lucha. Mujeres y revolución, 1936’, a cargo de Deyanira, compañera, historiadora y luchadora contra el olvido impuesto. 
– El sábado 18 de enero, a las 18.30 horas, se realizará un homenaje al dos veces Premio Nacional: de Fotografía y de Cinematografía y Medalla de Oro de Bellas Artes, Juan Mariné Bruguera, por su contribución a la historia con las grabaciones durante el conflicto de la guerra civil.

FAL

Carta de Durruti desde la cárcel (1933)

Por Agustín Guillamón

 El domingo 2 de abril de 1933, Durruti, Ascaso y “Combina” habían sido detenidos en Sevilla, a la salida del Congreso Regional de Andalucía y Extremadura. El argumento esgrimido para justificar la actuación policial era éste: “como responsables de los conceptos delictivos que emitieron en el mitin de clausura”[1], esto es, un delito de opinión, que atentaba contra la más elemental libertad de expresión de las personas.

El domingo 9 de abril, en Barcelona, los más destacados dirigentes de Estat Català (EC) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), reunidos en el homenaje al fascista Josep Dencás, entonces Consejero de Sanidad, consideraban que las detenciones de Sevilla habían descabezado a la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y que esta organización podía darse como extinguida. Tales declaraciones tomaban los deseos por realidades, como suele ser habitual entre los mandos del aparato represivo burgués, cuando pretenden reducir complejas y profundas cuestiones sociales y políticas a puntuales o habituales problemas de “terrorismo” y orden público, individualizadas además en algunos líderes o cabezas de turco. Josep Dencás había sido uno de los principales fundadores y promotores, con los hermanos Badía, de los escamots fascistas e independentistas de las JEREC (Juventudes de Esquerra Republicana-Estat Català).

Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso y Vicente Pérez “Combina[2] fueron encarcelados en el penal de Santa María (Cádiz), tras pasar algunos días en la cárcel de Sevilla.

En ese penal Durruti escribió una carta a su familia en la que destaca su definición de patria como “conjunto de propiedades” y la oposición que hace entre guerra imperialista y guerra social, entendida como sinónimo de lucha de clases. La mayor parte de la carta está dirigida a su hermano Pedro, en un intento de ayudarle a profundizar en el análisis de la guerra, puesto que Buenaventura consideraba que Pedro no lo había enfocado adecuadamente en un artículo publicado recientemente en la prensa.

En la carta cabe destacar algunos puntos que inciden en la biografía de Durruti:

1.- Su permanencia durante un año en París durante la Gran Guerra.

2.- Su relación con Pío Baroja, que lo visitó en prisión, posiblemente interesado en el contacto y conocimiento directo de un hombre de acción como Durruti.

3.- El trato discriminatorio y vejatorio de las autoridades republicanas respecto a los militantes anarquistas, que impedía la menor colaboración o entendimiento del movimiento anarcosindicalista con las autoridades de la Segunda República.

A continuación, reproducimos íntegramente esa carta:

“Puerto de Santa María, 3 de junio de 1933[3].

Querida madre y hermanos.

He recibido vuestra carta, fechada del día 1, en la que me decís que tenéis los pases en vuestro poder, y me preguntáis que hacéis con ellos.

Los pases os los guardáis hasta que yo salga y una vez en Barcelona me los mandáis. Lo que lamento es que será fácil que no me pueda servir de ellos, pues si hace dos meses que los tenéis en vuestro poder; nada más hace falta uno para que caduquen; mes que será muy fácil que pase aquí: pues está visto, que el Gobierno está dispuesto a que pase el verano a la sombra.

Hace unos días confiaba en salir, pues los compañeros de Madrid me habían escrito diciéndome que Quiroga[4] había dado órdenes para que nos pusieran en libertad. Pero de repente, sin que nadie lo esperara, se nos presentó el juez de este pueblecito, con un telegrama del juzgado que instruye el proceso por el mitin de clausura del Congreso; proceso por el cual estábamos en libertad, bajo la fianza personal de mil pesetas; y nos comunicó que había recibido un telegrama de Sevilla en el cual nos tenía que notificar, que el proceso estaba reformado; y se nos retiraba la fianza; por lo tanto quedábamos a disposición del juzgado de Sevilla, procesados y sin fianza.

Yo le pregunté al juez; a que obedecía esta modificación en un proceso sin importancia como éste: no supo qué contestarme; y se ciñó a comunicarme mi prisión sin fianza. Este caso es la primera vez que se ve, pues todos los procesos por delito de imprenta o palabra son con fianza, y sin prisión. No sé con qué intención habrán modificado esta fianza. Hemos escrito a los compañeros de Sevilla para que nos aclarasen esta incógnita; unas vez éstos nos contesten; veremos a ver que intenciones abrigan estos tíos.

De aquí; que queréis que os cuente; esta es una cárcel terrible, donde uno entra y no sabe cuándo sale; esto es peor que el infierno de Dante. Estamos completamente incomunicados; han venido compañeros a vernos y no se les ha autorizado la comunicación. Está visto que el Ministerio de la Gobernación está dispuesto a que nadie nos vea. Ahora que nosotros vamos a protestar de esta medida excepcional que se emplea con nosotros, pues todos los presos que hay en las cárceles de España pueden hablar con sus familias y amigos; y a nosotros, que somos presos políticos, no nos deja comunicar con nadie: y luego nos critican porque atacamos al régimen republicano. Que quieren que digamos cuando cometen estas barbaridades con nosotros.

Pío Baroja[5], cuando vino a verme a la cárcel de Sevilla me decía: es terrible lo que hacen con ustedes; y yo le pregunté qué posición cree Don Pío que debemos adoptar nosotros frente a estas arbitrariedades. No supo qué contestar. Luego he leído un artículo de él en Ahora, que es la contestación que no se atrevía a darme a través de las rejas[6].

Bueno, no quiero hablaros más de estas cosas porque me pongo de mal humor.

Al viejo Germinal[7], que le habían puesto en libertad, le han detenido, y está en las mismas condiciones que Combina y yo. Procesado por el mitin y sin fianza.

Hace unos días he recibido La Mañana, que me lo manda Perico[8], he visto y leído el artículo que ha escrito con el título “Mensaje de los niños ingleses”, el artículo está muy bien; pero Perico no enfoca bien el problema de la guerra; y no te enfades por esto, hermano. Días antes de la deportación os recordaréis que hicimos un gran mitin en Barcelona contra la guerra; en el cual tomó parte un gran pacifista francés: el príncipe de la paz como le llaman en París. “Pioch”[9], éste es el nombre de esta gran figura internacional. Pioch hizo mucho por nosotros cuando estábamos presos en París. Pioch hizo un discurso grandioso; expuso los crímenes de la guerra de una forma majestuosa. Mimi[10] tomó su discurso taquigráfico; yo hablé detrás de Pioch; después de saludarle y presentarle al público español; traté los dos aspectos de la guerra. Guerra imperialista y guerra social. Sin herir la susceptibilidad de Pioch, le pregunté el por qué habían esperado los pacifistas el peligro de guerra para encararse contra la monstruosidad de la guerra. Los pacifistas de hoy, han tenido necesidad de inspirarse en los crímenes cometidos, para hacer artículos en la prensa y discursos en los tribunales; como si los crímenes cometidos del 14 al 18 fueran los únicos crímenes cometidos por el capitalismo. Yo he visto, hermano Perico, muchos seres humanos mutilados en esa terrible guerra; por otro lado, tú sabes que viví un año en París, en plena guerra. Pues bien, hermano, yo no tuve necesidad de esa terrible tragedia para levantarme contra toda la clase de crímenes. Si la guerra mutiló a miles de hombres, también la guerra social ha mutilado a miles de trabajadores. ¿Qué diferencia hay entre el hombre que pierde un brazo defendiendo la patria al que lo pierde trabajando? ¿Qué es la patria? Según la academia es el suelo donde uno ha nacido. ¿Pero qué derechos le concede la Patria al trabajador? El de trabajar cuando encuentra quien le explote. Es decir, la Patria es el conjunto de propiedades; y en cuanto hay algún otro país que quiere usurpar parte de esa propiedad; entonces los propietarios se amparan en las leyes que ellos mismo han creado; y con las armas nos obligan a morir en el campo de batalla defendiendo la propiedad sagrada. En estas luchas los hombres se asesinan los unos a los otros, y cuando la tragedia ha terminado, los únicos beneficiados son los propietarios.

¿Qué es la guerra social? La lucha de dos clases sociales. La una, la de los propietarios, que por obtener un máximo de beneficios, les importa un comino que sus operarios dejen entre las máquinas algunas partes de sus miembros; el caso es ganar dinero. Por otro lado esta clase de propietarios; ve que la otra clase pone en peligro sus propiedades; también apelan a las leyes que ellos han creado, y asesinan aquellos que no se someten a la propiedad sagrada. En esta lucha, también hermano hay muchos hombres mutilados, muchos más que en las guerras imperialistas.

¿Cómo evitaremos la guerra? Sólo hay una forma, Perico. Aconsejando a las juventudes para que no construyan las armas con las cuales se han de matar; y que no defiendan los intereses de nadie. Quien tenga propiedades, que las defienda él mismo.

Me vas a decir, Perico, que esto está bien; pero que la guerra la tenemos encima, y hay que evitarla, de acuerdo hermano: hay que evitar la guerra. Solo los trabajadores organizados son capaces de impedir la matanza que se avecina. Cuando Herriot[11] regresó a París de un viaje por España, hizo unas declaraciones muy interesantes en la prensa parisina. España, dijo Herriot, es un país muy interesante y que mañana se debe tener en cuenta; pues en cuanto los jóvenes republicanos consigan fortalecer la República, será un país muy útil para la seguridad de la paz.

 Hay que tener en cuenta, hermano, que cuando estos hombres hablan de la paz, es la guerra, y cuando habla de fortalecer la República, es anular la organización, que en momentos de guerra podría paralizar la vida industrial de la nación. Herriot no se atrevió a decir públicamente que en España no es posible una movilización mientras exista la Confederación.

Así mismo, hay que evitar la guerra, pero hay que prepararse para que ésta no se lleve a cabo. Si se hace inevitable, tienes que dar soluciones para que fracasen los partidarios de ésta. Lo mismo que piensa uno de hacerse en el otoño un abrigo para salvarse del frío del invierno. Hay que organizarse; pero si llega el momento fatal de la guerra, sepamos paralizar la industria nacional; arma contundente para hacer fracasar los planes maquiavélicos de una clase sin escrúpulo, que por conservar sus privilegios son capaces de hacer asesinar a media humanidad.

Perico, ti continúa escribiendo; tus dos artículos me han gustado mucho; lo que tienes que hacer es leer; si necesitas detalles para documentarte referente a la guerra; yo te los mandaré, pues en París hay un comité integrado por hombres muy capaces, que escriben mucho y bien referente a la guerra,

Tú que lees el francés, te serán muy útiles, en Barcelona yo tengo algunos periódicos; si los necesitas escribes a Mimi que te los manda, y si quisieras la [le] puedes decir que te ponga en relación con este comité, y te suscribes a la prensa; es cuestión de una peseta por semana. Esta prensa te será muy útil. Si yo saliera pronto, hablaríamos esto, y te proporcionaría revistas francesas que son verdaderas joyas literarias y científicas.

Tú anímate Perico, y adelante; pero sin hacer demagogia. Se triunfa cuando se es valiente.

Mimi me ha escrito que su madre se marcha para París, la mujer[12] está triste porque se queda sola, y tiene que dar a guardar la nena[13].

Rosa[14]: mándame si la tienes, la carta que has leído en la prensa, y que está firmada por mí, pues no la he leído.

Dar recuerdos a los amigos, y Manolín[15] que me escriba.

Recibir un abrazo de éste que os quiere, Pepé[16].”

[Firmado Pepé]

*

Las fotos de Durruti, Díez, Ascaso, Combina y Lorda fueron utilizadas en un fotomontaje que les mostraba tras unas rejas, en la cárcel del Penal del Puerto de Santa María en agosto de 1933. Fue una postal muy difundida en la época, enviada por Durruti a su familia y a compañeros de lucha con dos hermosas dedicatorias alternativas al dorso de la foto. La primera dedicatoria decía: No habrá paz en la tierra mientras existan las cárceles. Que no olviden los idealistas que ellos son los encargados de destruirlas”. La segunda dedicatoria: “La única solución que han dado los republicanos es encarcelar a los que no piensan como ellos”.

El 13 de septiembre Durruti, Ascaso y Combina, junto a varios compañeros, fueron trasladados a Sevilla para ser juzgados en aplicación de la Ley de vagos y maleantes de la Segunda República, con gran indignación de todos ellos, que consideraban como un insulto ser juzgados por vagos, porque toda su vida habían vivido del fruto de su trabajo. Se declararon en huelga de hambre. Finalmente Combina y Durruti fueron liberados de la cárcel el 7 de octubre de 1933, llegando a Barcelona el día 10. Sin embargo Francisco Ascaso y otros tres compañeros (Díez, Valiente y Paniza) fueron retenidos en la cárcel hasta el 3 de noviembre, acusados por el juez de un nuevo delito de “desobediencia”, por negarse a firmar la sentencia que les regalaba el título de vagos.

El 22 de octubre de 1933 ocho mil miembros uniformados de los escamots de las JEREC desfilaron militarmente en Montjuic, imitando el modelo nazi-fascista. Vestidos con camisa militar verde, pantalones oscuros de pana, correajes de cuero y botas, vitorearon los discursos de Miguel Badía, de Josep Dencás (según la “Soli” ridículo imitador de Hitler) y del tan manipulado como ambicioso presidente Macià.

Tal desfile provocó al día siguiente un encendido debate en el Parlamento catalán, que rechazaba en su mayoría tales manifestaciones totalitarias, aunque todo quedó en mera palabrería y en la mayor pasividad.

El 24 de octubre un grupo de escamots asaltaron a punta de pistola la imprenta donde se imprimía el semanario humorístico catalanista y liberal El Be Negre, provocando algunos desperfectos, al tiempo que destruían y secuestraban los cinco o seis mil ejemplares del número de esa publicación en curso de impresión. No se detuvo a nadie, el redactor que había ofendido a algunos dirigentes de ERC y Estat Català huyó prudentemente a un lejano país y el propietario de la imprenta presentó cargos por destrucción de algunos enseres y deterioro de maquinaria contra el confeso participante en el asalto, el señorito Jaume Aiguader (hijo del alcalde de Barcelona y dirigente de ERC del mismo nombre), que estuvo al mando, con su tío Artemi, del escamot de los 15 asaltantes del semanario. La “Soli” advirtió que si los escamots les atacaban se defenderían adecuadamente, muy lejos de la pasividad mostrada por El Be Negre.

En los meses siguientes la emulación fascista de los escamots incluyó también reventar huelgas y boicotear los mítines de los partidos rivales, al mismo tiempo que Badía y Dencás se hacían con los resortes efectivos de Gobernación y Orden Público, torturando sistemáticamente a los cenetistas detenidos por la huelga de tranvías en Barcelona. Mientras tanto, Durruti, Ascaso y Combina intervinieron en los masivos mítines de la campaña abstencionista de la CNT. La guerra social seguía su curso.                                                                                    *

De izquierda a derecha, de pie: Colette Durruti (hija de Durruti), Joaquina Dorado y Liberto Sarrau. Sentados: Emilienne (mujer de Durruti), Rosa Durruti (hermana) y Ricardo Sanz. París, 1979.

Fotomontaje de los presos en el Penal del Puerto de Santa María (1933)

Mensaje manuscrito de Durruti al dorso del fotomontaje: “No habrá paz en la tierra mientras existan las cárceles. Que no olviden los idealistas que ellos son los encargados de destruirlas. Tu hermano Pepé

NOTAS:

[1] La Vanguardia (5 de abril de 1933).

[2] Vicente Pérez Viche, “Combina”. Nacido en Barcelona el 28 de junio de 1900. Barnizador. Exiliado en Francia durante la Dictadura de Primo de Rivera, Abandonó el Congreso de Marsella de 1926, junto a García Oliver, cuando no se aceptaron las tesis colaboracionistas con los políticos. Participó en numerosos congresos, conferencias y mítines por toda la geografía española. Intervino con Durruti y García Oliver en la campaña de agitación de enero de 1932, iniciada en Sallent, que culminó en la insurrección del Alto Llobregat. Detenido en Sevilla el 2 de abril de 1933, después de pronunciar el discurso de clausura del Congreso Regional andaluz. Preso en el penal del Puerto de Santa María hasta octubre. El 16 de noviembre de 1933 intervino en el mitin organizado por la FAI celebrado en el Palacio de Artes Decorativas de Montjuic, con Francisco Ascaso, Domingo Germinal, Alejandro Gilabert, Dolores Iturbe, Sébastien Faure y Buenaventura Durruti. En los años siguientes compartió cartel con los más destacados oradores confederales, en los principales mítines anarcosindicalistas. Asistió al Congreso de mayo de 1936. Durante la guerra fue uno de los nueve ediles cenetistas en el Consejo Municipal de Barcelona, Fue presidente del Sindicato de Transportes de Barcelona. Se adhirió al mitin de Los Amigos de Durruti celebrado en el Teatro Poliorama. En agosto de 1938 fue nombrado secretario de la Federación Nacional de Transportes de la CNT. Al final de la guerra se exilió en Venezuela y luego en México.

[3] En el encabezado de la carta se escribe una fecha errónea: 3-6-1926.

[4] Santiago Casares Quiroga (1884 – 1950) fue abogado y político republicano. Ocupó diversos ministerios durante la Segunda República. En junio de 1933, fecha de la carta de Durruti, era Ministro de Gobernación, cargo que ocupó durante el bienio socialista-republicano (1931-1933). Era amigo personal de Azaña. Tras el acceso de Azaña a la presidencia de la República fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra (mayo de 1936), cargo que desempeñó hasta el 18 de julio de 1936, cuando dimitió, desbordado por el golpe de estado militar al que no había sabido enfrentarse.

[5] La descripción de Durruti la dejó plasmada en su obra El cabo de las tormentas.

[6] Artículo de Pío Baroja publicado en Ahora (23 de abril de 1933), titulado “Latifundio y comunismo”.

[7] Domingo Miguel González (1880-1936), conocido por su seudónimo de Domingo Germinal, o Germinal. Su juventud transcurrió en Vizcaya. Hacia 1905 ingresó en la marina mercante. Residió en Cuba y México durante los años veinte. En 1929 regresó a España. Entre 1929 y 1930 vivió en Blanes y Barcelona, colaborando en La Revista Blanca. El 15 de septiembre de 1930 participó en un mitin a favor de los presos celebrado en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona, donde exigió al Estado la amnistía para los presos por delitos políticos y sociales. El 16 de octubre, una conferencia que tenía que dar en el teatro Apolo de Vilanova i la Geltrú fue suspendida por orden del gobierno. En los años treinta mitineó por todo el país. Era un excelente orador, en varias lenguas, que atraía mucho público. Detenido en Sevilla el 2 de abril de 1933, hasta octubre estuvo preso en el penal del Puerto de Santa María. El 5 de noviembre de 1933 intervino con Josep Corbella, Francesc Isgleas, Valeriano Orobón, Benito Pabón y Buenaventura Durruti, en el gran mitin de la plaza de toros Monumental de Barcelona contra las elecciones, organizado por la CNT, la FAI. Y el día 16 en el mitin organizado por la FAI, celebrado en el Palacio de Artes Decorativas de Montjuic, con Francisco Ascaso, Vicente Pérez Viche (Combina), Alejandro Gilabert, Dolores Iturbe, Sébastien Faure y Buenaventura Durruti. Huyendo de la represión republicana, vivió escondido en diversas localidades valencianas y más tarde, buscando un clima benigno para su enfermedad, se instaló en Palma de Mallorca (y ocasionalmente en Ibiza), donde entre 1935 y 1936 dirigió el periódico Cultura Obrera. Murió en Elche en marzo de 1936.

[8] Perico, diminutivo de Pedro, era hermano de Durruti: Marciano Pedro Durruti Domingo (1911-1937). Tras militar en el anarquismo, se afilió a Falange en 1936 y llegó a tratar con José Antonio Primo de Rivera, con quien había coincidido en la Cárcel Modelo madrileña, y que avaló su ingreso en Falange. Murió nueve meses después que su hermano. Fue fusilado el 22 de agosto de 1937, en un pueblecito de León, por miembros de su mismo bando que le consideraban un radical, tras un juicio de guerra sumarísimo algo chapucero.

[9] Georges Pioch (1873- 1953) fue un periodista y destacado militante pacifista francés. A finales de 1930 creó y presidió la Liga Internacional de los combatientes de la paz, de la que Romain Rolland era el presidente de honor y Victor Méric su secretario general. En el comité de honor figuraban Albert Einstein, Stefan Sweig, Upton Sinclair, Paul Langevin, Georges Duhamel, Charles Vildrac y Jules Romains. Georges Pioch dimitió en 1937 porque creía que no se condenaba con suficiente firmeza y eficacia los procesos de Moscú. Firmó junto a Jean Giono, Victor Margueritte, Marcel Martinet y Simone Weil una petición que exigía la no intervención en las cuestiones españolas, acompañada por una petición de mediación entre las partes en conflicto. Se retiró de toda actividad pública en 1943 Murió en Niza el 27 de marzo de 1953.

[10] Mimi era la compañera de Durruti: Émilienne Morin (1901-1991).

[11] Édouard Herriot (1872-1957), político, hombre de Estado y escritor francés. Miembro del Partido radical republicano y figura destacada de la Tercera y de la Cuarta República. Estudió en la Escuela Normal Superior y ejerció el profesorado en Nantes y desde 1902 en Lyon, cuya alcaldía ocupó desde 1905 a 1925 y, tras la II Guerra Mundial, hasta su muerte. A partir de 1910 su labor política en el ámbito local fue dando paso al nacional, llegando a participar en nueve gabinetes de gobierno y a ser primer ministro en tres ocasiones. Fueron sus principales cargos políticos el de Ministro de Transportes y Obras Públicas, en 1916–1917; Ministro de Educación, en 1926–1928; Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Relaciones Exteriores en 1924–1925, julio de 1926 y de junio a diciembre de 1932; Ministro de Estado, en 1934–1936. En 1946 fue elegido miembro de la Academia Francesa. Presidente de la Asamblea Nacional desde 1947 hasta 1954.

[12] Emilienne Morin.

[13] Colette Durruti, nacida en diciembre de 1931, hija única de Buenaventura y Emilienne.

[14] Rosa Durruti, su hermana.

[15] Manuel Durruti, hermano de Buenaventura de simpatías socialistas. En la revolución de octubre de 1934 murió de un disparo, cerca del puente de San Marcos, en la ciudad de León.

[16] Durruti, en la correspondencia con su familia, firmaba Pepé. Recordemos que su nombre era José Buenaventura.