El espléndido veranillo de la anarquía

Recorrió las calles de Barcelona en las Jornadas Libertarias Internacionales. Pasó por el Baix Llobregat, recorriendo como una brisa las callejuelas del Poblado Roca, fue visto en Vitoria en el barrio de Zaramaga en los días de marzo del 76, y llegó también a la Plaza de Toros de San Sebastián de los Reyes. El segundo verano de la anarquía se encarnó en colectividades y figuras anónimas, se desparramó en un movimiento autónomo y anticapitalista que emergía en los años 70 a través de lecturas dispersas, músicas modernas y luchas por la ruptura de la sociedad-fábrica, y vio resurgir a la Confederación Nacional del Trabajo, el sindicato que protagonizó la lucha obrera desde los años 20 e hizo posible la corta revolución de 1936.

Luis E. Herrero ha dirigido El entusiasmo (Hanoi films, 2019), un documental que recoge algunos fogonazos del segundo verano de la anarquía, el que recorrió España en los estertores del régimen franquista y situó a CNT como paraguas de las ideas libertarias que estaban cuajando en España tras varias décadas de silenciamiento por la vía de la tortura. Herrero presenta la película hoy domingo 9 de febrero en Cinema Maldà de Barcelona y el próximo 13 de febrero en la Sala Mirador de Madrid. Si la anarquía significa el rechazo o la negación de toda autoridad, El Entusiasmo presenta esa idea en su versión más luminosa, muestra todos los síes dentro de ese sonoro “no” ante lo que se estaba configurando ya como el arreglo de salida del Franquismo que ha determinado el rumbo de España desde entonces. Leer más…

EL SALTO

FAL: Inauguración exposición ‘Revolución Social y Guerra Civil’

El próximo día 10 de enero, a partir de las 18:00 horas, tendrá lugar en la sede de nuestra Fundación de la calle Peñuelas 41, la inauguración de la exposición ‘Revolución Social y Guerra Civil’, a cargo del colectivo ‘Historia Viva Madrid Sur

La exposición, que contará con numerosos objetos de interés, así como mapas y fotografías del momento, estará disponible hasta el día 18 de enero.

Las actividades que acompañarán a la muestra son:

– Viernes 10 de enero, a las 18:00, se presentará la exposición con recorrido por ella por parte de Historia Viva Madrid Sur.
– Sábado 11 de enero, a las 19:00 horas, contaremos con una charla titulada ‘El camino hacia la lucha. Mujeres y revolución, 1936’, a cargo de Deyanira, compañera, historiadora y luchadora contra el olvido impuesto. 
– El sábado 18 de enero, a las 18.30 horas, se realizará un homenaje al dos veces Premio Nacional: de Fotografía y de Cinematografía y Medalla de Oro de Bellas Artes, Juan Mariné Bruguera, por su contribución a la historia con las grabaciones durante el conflicto de la guerra civil.

FAL

De la infamia a la ignorancia y de la desmemoria al fraude

Antonio Gascón & Agustín Guillamón

ANTES DE LA GUERRA (1933-1936)

El 22 de octubre de 1933 ocho mil miembros uniformados de los escamots de las JEREC (Juventudes de Esquerra Republicana y Estat Catalá) desfilaron militarmente en Montjuic, imitando el modelo nazi-fascista. Vestidos con camisa militar verde, pantalones oscuros de pana, correajes de cuero y botas claveteadas, vitorearon los discursos de Miguel Badía, de Josep Dencás (según la “Soli” ridículo imitador de Hitler) y del tan manipulado como ambicioso presidente Maciá.

El 24 de octubre de 1933 un grupo de escamots [pelotones armados] asaltaron a punta de pistola la imprenta donde se imprimía el semanario humorístico catalanista y liberal El Bé Negre, dirigido por Planes, provocando algunos desperfectos, al tiempo que destruían y secuestraban los cinco o seis mil ejemplares del número de esa publicación, en curso de impresión. No se detuvo a nadie. El redactor que había ofendido a algunos dirigentes de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y Estat Català (EC) huyó prudentemente a un lejano país, en las antípodas, y el propietario de la imprenta presentó cargos por destrucción de algunos enseres y deterioro de maquinaria contra el confeso participante en el asalto, el señorito Jaume Aiguader (hijo del alcalde de Barcelona y dirigente de ERC del mismo nombre), que estuvo al mando, con su tío Artemi, del escamot de los 15 asaltantes del semanario. La “Soli” advirtió que si los escamots les atacaban se defenderían adecuadamente, muy lejos de la pasividad mostrada por El Be Negre.

En los meses siguientes la emulación fascista de los escamots incluyó también reventar huelgas y boicotear los mítines de los partidos rivales, al mismo tiempo que Badía y Dencás se hacían con los resortes efectivos de Gobernación y Orden Público, torturando sistemáticamente a los cenetistas detenidos por la huelga de tranvías en Barcelona.

El binomio Dencás-Badía, desde principios de 1934, había instaurado en el departamento de Gobernación de la Generalidad un aparato de represión y persecución obrera y anticenetista, que normalizó la implantación y uso de métodos policiacos fascistas y racistas. En menos de un año (diciembre de 1933 a septiembre de 1934) la acción concertada de las fuerzas policiales y los escamots habían causado, entre los obreros, numerosos presos y muertos, millares de palizas y centenares de torturados. Ese era “el oasis catalán” que aún nos vende la Historia Sagrada de la burguesía.

Sin la participación de la CNT, dado que era imposible la colaboración con quienes ejercían una durísima represión antisindicalista, la insurrección catalanista del 6 de octubre de 1934 levantó bandera blanca al oír los primeros cañonazos del ejército. Los cenetistas recogieron y guardaron las armas abandonadas por los escamots. Companys y su gobierno fueron a prisión; Dencás, Rodríguez Salas, Menéndez y Miquel Badía huyeron por las cloacas para exiliarse en París o Roma.

El 28 de abril de 1936, según confesión realizada por Justo Bueno en el sumario incoado por la judicatura franquista, intervino con el argentino Lucio Ruano (seudónimo de Rodolfo Prina), José Martínez Ripoll y Vicente Tomé Martín, también argentino, en el grupo de acción que dio muerte a los hermanos Badía, alcanzando por ello cierta celebridad. Jaime Riera (que en el verano del 36 fue miembro cenetista del Tribunal de las Patrullas de Control) facilitó las armas y el coche de huida. A la altura del número 38 de la calle Muntaner, Justo Bueno asesinó a Miquel Badía con tres disparos; Ruano a Josep Badía; Martínez Ripoll que había señalado el objetivo, caminando por la acera opuesta, protegió la huida de Bueno y Ruano, con su pistola ametralladora. Vicente Tomé conducía el auto de fuga, un Ford rojo oscuro matrícula B-39763.

El juez Márquez, sometido a fortísimas presiones, liberó el 25 de junio a los anarquistas que habían sido detenidos como sospechosos del asesinato de los Badía: Justo Bueno, Ignacio de la Fuente, José Villagrasa y Manuel Costa Ribero. Los periodistas Avel·li Artís Gener (“Tísner”), de La Rambla, y Josep MaríaPlanes, de La Publicitat, protestaron por tal decisión judicial, sin denunciar que esas presiones procedían de las más altas autoridades de la Generalidad. El comisario de policía Escofet había desviado la atención, con la falsa acusación y arbitraria detención de varios falangistas. Un Justo Bueno, joven, locuaz, apuesto, elegante y audaz, visitó a Tísner en su despacho, para contarle todo lo sucedido y pedirle, acto seguido, un absoluto silencio.

Numerosas preguntas sin respuesta: ¿Quién había informado al grupo de acción anarquista dónde vivía Miquel Badía? ¿Quién había avisado que la pistola de Miquel Badía (clandestina, puesto que la Generalidad no le había concedido permiso de armas) estaba averiada desde el día anterior y que había sido entregada a una armería para su arreglo?

Al día siguiente del asesinato de los hermanos Badía, un grupo clandestino de acción de los mossos, camuflados de paisano, había acribillado a balazos, a la puerta de su domicilio, al travesti y director de varios antros de prostitución, juego y venta de drogas, conocido como Pepe el de La Criolla, que además era confidente de la policía y del mejor postor. Unos decían que, para vengar a los Badía, otros que se trataba de cortar todos los hilos que relacionasen a las más altas instancias de la Generalidad con ese asesinato, de forma que las posibles pruebas quedasen sólo en rumores y cábalas de sucias y mezquinas rivalidades sexuales. Quizás alguien había manipulado la sed de venganza del “rondín especial” de Badía en los mossos. Un prudente y taimado periodista de la revista Crónica glosaba, en el número del 17 de mayo de 1936, con profundo conocimiento, la figura de Pepe el de La Criolla, y relacionaba su asesinato con el de Miquel Badía el día anterior, para terminar irónicamente con un travieso guiño al lector: “ya verán cómo no es por eso”.

Cuando las noticias y certezas sólo pueden quedarse en rumores, porque al informador le va en ello el trabajo o la vida, los rumores se convierten en calidoscopio de las posibles verdades.

El asesinato de Miquel Badía había sido planificado, verosímilmente, mediante la necesaria colaboración de diversos estamentos, intereses y personas, muy dispares entre sí, que intercambiaron información, capacidades y ocasiones. Miquel Badía había perjudicado a su antiguo confidente, Pepe el de la Criolla, con la persecución efectiva del juego; a los cenetistas por las torturas sistemáticas a los sindicalistas detenidos (con numerosas muertes) y el uso de la fuerza pública para romper las huelgas, especialmente en el transporte urbano; a Companys por los derechos que Miguel Badía creía poseer sobre Carmen Ballester y por haberle cesado en septiembre de 1934 como comisario de Orden Público, tras la chulesca detención del fiscal y del juez que procesaban a su amigo Xammar. Y, sobre todo, por incumplir la promesa de restablecerlo en el cargo, tras el abrazo público entre ambos, en el acto de desagravio del 23 de septiembre de 1934.

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Funeral de los hermanos Badia. Fuente: El Nacional

Las JEREC, ante los escandalosos rumores o certezas, y ante tanta mezquindad, se escindieron, porque un amplio sector quería fusionarse con Estat Catalá y romper con Companys, a quien consideraban (fundadamente o no) responsable último del asesinato de Badía. Un hilo unía esta escisión, contra Companys y pro-Badía, con la intentona de golpe de estado de noviembre de 1936, en la que el servicio de información del cenetista Dionisio Eroles desbarató un complot catalanista que intentaba asesinar a Companys y a destacados militantes anarquistas, como Aurelio Fernández, proclamando la independencia de Cataluña con el apoyo de las potencias fascistas. El complot finalizó con la ejecución de Reverter, otro comisario de orden público nombrado por Companys. De nuevo, escandalosos rumores sexuales sobre la mujer de Reverter que, infundados o no, desprestigiaban al Govern de la Generalidad.

DURANTE LA GUERRA (1936)

En noviembre de 1936 se produjo un complot de Estat Catalácontra Companys, que pretendía proclamar la  independencia de Cataluña con el apoyo de las potencias fascistas de Italia y Alemania, y asesinar o apartar al presidente de la Generalidad y a los principales líderes anarcosindicalistas, especialmente a Aurelio Fernández, Vicente Gil, Dionisio Eroles y su secretario Solans. Para Estat Catalá era insufrible la preponderancia anarquista en Orden Público, aún después de la disolución del Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA). Odiaban la colaboración de los anarquistas con el gobierno de Tarradellas.

La operación fue planificada y preparada por Estat Català. Los conspiradores principales eran Joan Casanovas, Josep Maria Xammar y Joan Torres Picart, secretario de EC. Todos ellos contaban con la complicidad del Comisario General de Orden Público, Andreu Revertés, y de las fuerzas a sus órdenes.

El objetivo fundamental era la detención y/o liquidación de los líderes más destacados y “peligrosos” de la CNT-FAI, además de destituir y/o asesinar al presidente Companys y poner en su lugar al presidente del Parlamento catalán, Joan Casanovas, como paso previo a la proclamación de la independencia de Cataluña. Se confiaba en la obtención inmediata del apoyo del gobierno francés y el decidido auxilio de las potencias fascistas. Estat Català había preparado a unos doscientos militantes armados, encuadrados en los escamots, para el operativo del complot contra Companys. Se esperaba que Cataluña, independiente de la República Española, quedara al margen de la guerra civil, protegida y reconocida por Francia, Italia y Alemania.

El 24 de noviembre el complot fue descubierto a través de una filtración protagonizada por un trabajador de Revertés, llamado Duran, que había informado de la trama al jefe de Servicios de la Comisaría general de Orden Público y dirigente anarquista Dionisio Eroles. El mismo día 24 de noviembre fue detenido Andreu Revertés.

Joan Torres Picart fue suspendido y expulsado del cargo de secretario general de EC y se exilió, al igual que Joan Casanovas.

Revertés, salió de prisión gracias a la ayuda de Josep Graus, Solé Arumí y el citado Duran, miembros de ERC, pero fue ejecutado el 30 de noviembre por milicianos no identificados.

Todo apuntaba a que se trataba del temprano aborto de la preparación de un golpe de estado contra Companys, a causa de su “alianza” con los anarquistas, y que se proponía la eliminación física de varios dirigentes ácratas, “responsables de la anarquía imperante en Cataluña”, entre los que destacaba el nombre de Aurelio Fernández. El confuso objetivo final se orientaba a una independencia de Cataluña, fundamentada en el apoyo de las potencias fascistas de Italia y Alemania, que quedaría al margen de la República y de la España de Franco. Existía un hilo, ferozmente anticenetista, que unía la preponderancia catalanista-fascista de Dencás-Badía, en 1934, en el Departamento de Gobernación de la Generalidad, con el descontento de Estat Catalá por haber sido marginado del CCMA y del gobierno de la Generalidad tras el 19 de julio de 1936, que llegaba hasta ese ridículo intento de un golpe de estado contra Companys.

AYER (2018)

El 27 de abril de 2018, Antonio Gascón y Agustín Guillamón presentamos el libro Nacionalistas contra anarquistas en la Cerdaña 1936-1938. Antonio Martin, la experiencia libertaria de Puigcerdá y el sagrado mito de Bellver en el Arxiu Comarcal de la Cerdanya (ACC), sito en pleno centro de Puigcerdá, gracias a la valiente y honesta hospitalidad de su archivera Arola Simon.

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Fuente: Descontrol Editorial

En ese mismo acto difundimos el Manifiesto trapero de Puigcerdá, en el que denunciábamos la manipulación de la historia efectuada durante ochenta años por los nacionalistas catalanes, que acusaban falsamente a los anarquistas de los asesinatos de 21 derechistas, cometidos el 9 de septiembre de 1936.

Un grupito de gente de la Seu d´Urgell, próxima a Estat Català, que asistió al acto de presentación, se mostró superada ante la magnitud e importancia de la documentación expuesta en nuestro libro. Las respuestas que dimos a sus preguntas desarmaron su ofensiva ideológica, nacionalista y antilibertaria. No desmintieron nada, porque nada podían desmentir ante nuestra documentada y razonada argumentación de que el asesinato de 21 derechistas del 9 de setiembre de 1936 fue elaborado y decidido en el Casal de ERC en Puigcerdá.

Expusimos y razonamos el origen y naturaleza de esa campaña de difamación de los nacionalistas contra los anarquistas, que dura ya más de ochenta años.

Los independentistas de EC exhibieron un papelito, marginal a la temática tratada, que repitieron una y otra vez que era suyo y no nos lo dejarían fotocopiar. Respondimos que nosotros, por el contrario, cederíamos al Arxiu (ACC) toda la documentación utilizada en nuestra investigación. No podíamos actuar de otro modo: es el único método ético posible y digno de calificarse como libertario.

No respondieron a nuestra oferta de participar conjuntamente en un coloquio sobre la Guerra civil en la Cerdaña. No era un desafío, ni un duelo, sino un instrumento de debate y apertura de nuevos campos de investigación. Quizás, para ellos, era otra cosa.

Seis meses después de esa presentación cedimos al ACC todo el material utilizado en nuestra investigación, tanto el digitalizado como el que tenemos en papel. Este es un hecho banal, y que debiera ser habitual, pero que en la práctica es absolutamente extraordinario en el mundillo universitario y académico. Quien quisiera o pudiera contrarrestar nuestra versión de los hechos acaecidos en la Cerdaña durante la Guerra civil, tenía a su disposición todo el material que nosotros habíamos utilizado y recopilado. Así lo prometimos en el libro, y así lo cumplimos. Sabemos que los historiadores académicos nunca hacen tal cosa; pero nosotros somos traperos, servidores de la historia.

Claro está que la generosidad de nuestro gesto implicaba tácitamente un reto; si nuestra documentación era inapelable, la leyenda negra contra los anarquistas catalanes debía ser abandonada por falsa y obsoleta. Y la permanente infamia nacionalista/estalinista contra los libertarios quedaba documental e históricamente desacreditada; reducida al ámbito del insulto de cuatro majaderos ignorantes.

HOY (finales de 2019)

Rasgo característico de nuestra sociedad son las mentiras sin respuestas efectivas posibles, ya que el pensamiento único y sectario dominante no permite ningún debate. Se vive y reflexiona desde unpresente perpetuo, porque se pretende que el pasado no existe, ¡o que está pasado de moda! La consecuencia más útil para las élites y el aparato estatal es la ausencia de memoria histórica sobre la Guerra civil, o incluso sobre los hechos de hace pocos años, meses, semanas o días.

Vivimos, en estos últimos años, un inaudito auge del catalanismo, una invasión mediática todopoderosa de la ideología nacionalista más simplona y una fiebre de patriotismo identitario, sin mesura ni control, que todo lo arrasa.

Aparecen sonadas aberraciones de carácter oportunista, que no solo no son denunciadas por monstruosas, sino que a veces son bien acogidas y mejor publicitadas. Nacen desde ese presente perpetuo que ignora las luchas del pasado. Si alguien se denomina anarquista, libertario o anarcosindicalista hunde sus raíces en determinada historia, principios y ética.

Quizás solo se trata de pura indigencia intelectual y de oportunismo. La Cerdaña, además, queda muy lejos de Barcelona y está dividida entre Francia y España. Demasiado complejo para solo 16.000 habitantes y aún menos votos. Mejor no moverlo y, sobre todo, que el asesinato de anarquistas por nacionalistas en 1937 no empañe ni obstaculice esa alianza contra natura entre libertarios e independentistas.

Mejor la ignorancia absoluta que el conocimiento profundo de la historia. Difama, que algo queda, piensa el nacionalista. Ignora el pasado, o retuércelo hasta el paroxismo para pactar el presente, interiorizan algunos libertarios, alocadamente, sometiéndose al nacionalismo. Pero tales aberraciones solo son posibles desde la debilidad y ausencia de perspectivas propias del mundo libertario.

Hay que elegir entre Miquel Badía y Justo Bueno. Hay que elegir entre Antonio Martín o sus asesinos nacionalistas, que inventaron la leyenda negra antilibertaria para ocultar sus propios crímenes. O anarco o independentista; las dos cosas a la vez sólo son posibles cuando se sufre una profunda esquizofrenia.

¿A qué vienen ahora esos dos jubilados de Barcelona a decirnos que esas historias de asesinos anarquistas en la Cerdaña no son ciertas, con lo cómodas y nacionalistas que nos quedaban?

Piensan que ¡mejor ignorantes que traidores a la patria! ¿Libertarios independentistas?: ¡apaga y vámonos! Ya lo dijo Orwell: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”.

Antonio Gascón y Agustín Guillamón

Barcelona, 20 de diciembre de 2019

ANEXOS

  1. Libro

Gascón, Antonio y Guillamón, Agustín: Nacionalistas contra anarquistas en la Cerdaña 1936-1938. Antonio Martin, la experiencia libertaria de Puigcerdá y el sagrado mito de Bellver. Ediciones Descontrol, Barcelona, 2018.

  1. Manifiesto

Manifiesto trapero de Puigcerdá

Combate por la Historia

El combate de los trabajadores por conocer su propia historia es uno, entre otros muchos más, de la guerra de clases en curso. No es puramente teórico, ni abstracto o banal, porque forma parte de la propia conciencia de clase, y se define como teorización de las experiencias históricas del proletariado internacional, y en España debe comprender, asimilar y apropiarse, inexcusablemente, las experiencias del movimiento anarcosindicalista en los años treinta.

Un fantasma amenaza a la ciencia histórica, el fantasma de la falsificación. La amnesia, pactada por los sindicatos y partidos políticos de la oposición democrática con los últimos gestores del Estado franquista a la muerte del dictador, fue otra derrota más del movimiento obrero en la Transición, que tuvo importantes consecuencias para la memoria histórica de la Dictadura Franquista y la Guerra Civil. La amnistía significó un borrón y cuenta nueva con el pasado. Ello imponía el olvido deliberado y “necesario” de toda la historia anterior a 1978. Era preciso reescribir una nueva Historia Oficial, puesto que la versión franquista y la antifranquista ya no servían al nuevo poder establecido, bajo una óptica superadora de los antagonismos que determinaron la Guerra civil española.

En la actualidad, abril de 2018, desvanecida de la memoria colectiva cualquier referencia conflictiva, antagónica, o que pusiera de manifiesto que la Guerra civil fue también una guerra de clases, ha culminado ya la tarea de su recuperación como episodio de la historia burguesa. Los mandarines de la Historia Oficial, minimizado, oculto e ignorado el carácter proletario y revolucionario de la Guerra civil, acometen la recuperación del pasado como relato de la formación y consolidación histórica de la democracia representativa, o en las autonomías históricas, como justificación de su constitución en nación.

Se arrebata a la clase obrera su protagonismo histórico, en beneficio de los nuevos mitos democráticos y nacionalistas de la burguesía que detenta el poder económico y político. CONSTATAMOS QUE LA MEMORIA HISTÓRICA ES UN CAMPO DE BATALLA DE LA LUCHA DE CLASES.

Las instituciones burguesas del aparato cultural del Estado siempre han controlado y utilizado la historia en su provecho, ocultando, ignorando o tergiversando los hechos que cuestionan o ponen en entredicho la dominación de clase, a lo cual se avienen gustosos, salvo raras y honrosas excepciones, la inmensa mayoría de académicos e historiadores profesionales.

En el actual estado de las investigaciones, el libro de Pous/Sabaté sobre Antonio Martín y la Guerra civil en la Cerdaña, así como la machacona repetición de sus tesis y afirmaciones por casi todos los historiadores que han tratado ese tema, es el ejemplo más destacado y extremo que ilustra la Historia Oficial de que se habla en este Manifiesto. LA HISTORIA OFICIAL ES LA HISTORIA DE CLASE DE LA BURGUESÍA.

La objetividad, como idea platónica, no existe en la realidad de una sociedad dividida en clases sociales. En el caso concreto de la Guerra civil, la Historia Oficial se caracteriza por su EXTRAORDINARIA ineptitud y su no menos EXTRAVAGANTE actitud. La INEPTITUD radica en su incapacidad absoluta para alcanzar, o siquiera intentarlo, un mínimo rigor científico. La ACTITUD viene dada por su consciente IGNORANCIA o NEGACIÓN de la existencia de un potentísimo movimiento revolucionario, mayoritariamente libertario, que condicionó, se quiera o no, todos los aspectos de la Guerra civil. Estos funcionarios de la burguesía, en el campo de la historia, incurren en diversas aberraciones intelectuales (aberrantes incluso desde una perspectiva burguesa):

EXALTAN Y ELOGIAN los métodos y la eficacia represiva de guardias de asalto y guardia civil (rebautizada Guardia Nacional Republicana) o de la policía política (Servicio de Información Militar o SIM). Quizás no son demasiado conscientes de que con ello están elogiando la tortura. Pero es éste un aspecto que, como ningún otro, delata la influencia de la perspectiva e intereses de clase en el trabajo histórico, porque ese elogio de la eficacia de la tortura y la represión policiaca y judicial republicana contra los revolucionarios, corre paralelo al horror mostrado ante la violencia de clase, desencadenada en julio de 1936 por los “incontrolados” contra la burguesía. Pueden ser especialistas en el tema de la violencia, contables eficientes de muertes violentas, que muestran sin embargo una total parcialidad cuando califican de “terror” anarquista o “eficacia” policíaca lo que no deja de ser siempre violencia de una clase contra otra. Sólo que para ellos la violencia obrera es terror, y en cambio, la violencia estatal o del SIM, del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), de Esquera Republicana de Catalunya (ERC) y Estat Catalá es eficacia. No hay más razón que su perspectiva de clase. La violencia se mide por un doble rasero, según toma y daca de quien la ejerza o la sufra.

NIEGAN, aunque prefieren IGNORAR, porque resulta más cómodo, efectivo y elegante, la fuerza decisiva en la zona republicana de un movimiento revolucionario, mayoritariamente anarquista.

NIEGAN, o disminuyen hasta límites que falsifican los hechos, documentalmente probados, el enorme papel represivo, reaccionario y cómplice de la Iglesia Católica en el golpe de estado militar, y su participación activa en la preparación, desencadenamiento y bendición de la posterior represión fascista.

LAMENTAN que George Orwell escribiera un “maldito” libro que jamás debió leerse, y Ken Loach filmara una “horrorosa” película que jamás debió verse. Queremos lanzar una señal de ALARMA contra una creciente marea de historiadores revisionistas de la Guerra civil española.

ALARMA por la decidida falsificación de los hechos históricos de que hacen gala, pese a la documentación disponible. Los hechos mismos pasan a la clandestinidad y los documentos son ignorados, o malinterpretados. La historiografía sobre la Guerra civil ha pasado de ser una historia militante, hecha por protagonistas y testigos de la guerra civil, con todos los riesgos que ello supone, pero también con la pasión insustituible de quien no juega con palabras porque antes se ha jugado la vida, a ser una historia académica inepta y obsoleta, caracterizada por el disparate, la incomprensión e incluso el desprecio a los militantes y organizaciones del movimiento obrero.

ALARMA ante la creciente banalización de la Historia Oficial, y la metódica marginación de las investigaciones que ponen de relieve el decisivo papel histórico del movimiento obrero, por más rigurosas que sean. En realidad, existe una absoluta incapacidad por parte de los historiadores burgueses no ya para comprender, sino siquiera aceptar la existencia histórica de un movimiento revolucionario de masas en la España de 1936. Nos hallamos ante una historia negacionista del movimiento revolucionario que se desarrolló durante el período de la Guerra civil.

La Historia Oficial plantea la Guerra civil como una dicotomía entre fascismo y antifascismo, que facilita el consenso entre los historiadores académicos de izquierda y derecha, los nacional-catalanistas y los neoestalinistas que, todos juntos, coinciden en descargar el fracaso republicano en el radicalismo de anarquistas, poumistas y masas revolucionarias, que se convierten de este modo en la víctima propiciatoria común.

Con la ignorancia, omisión o minimización de las connotaciones proletarias y revolucionarias que caracterizaron el período republicano y la Guerra civil, la Historia Oficial consigue ponerlo todo del revés, de forma que sus principales popes se imponen la tarea de reescribirlo todo DE NUEVO, y consumar de este modo la expropiación de la memoria histórica, como un acto más del proceso de expropiación general de la clase trabajadora. Pues, a fin de cuentas, la historiografía académica es quien elabora la Historia. Si, al mismo tiempo que desaparece la generación que vivió la guerra, los libros y manuales de la Historia Oficial ignoran la existencia de un magnífico movimiento anarquista y revolucionario, dentro de diez años se atreverán a decir que ese movimiento NO HA EXISTIDO. Los mandarines creen firmemente que NUNCA ha existido aquello sobre lo que ELLOS no escriben: si la historia cuestiona el presente, la niegan.

La función de la historia revolucionaria consiste en mostrar que leyendas, libros y manuales engañan, que los políticos se enmascaran, que el poder ilusiona y que casi todos los historiadores burgueses mienten, falsifican, manipulan y se someten a la burocrática y clasista disciplina académica. Ante el creciente desprestigio de la profesión de historiador, y pese a las honrosas y sobresalientes excepciones existentes, Antonio Gascón y Agustín Guillamón, con el objetivo de evitar indeseables y desagradables confusiones, renunciamos al apelativo de historiadores; razón suficiente para reclamar la honesta actividad de coleccionistas de testimonios y papeles viejos: traperos de la historia.

Después de la derrota política (que no militar) de los anarquistas en mayo de 1937, en Barcelona y en toda Cataluña, la represión contra el movimiento libertario durante el verano de 1937 fue acompañada por una campaña de infamias, degradaciones, falacias, insultos y criminalización, que sustituyó la realidad social e histórica por una nueva realidad: la leyenda negra antilibertaria, que desde entonces se convirtió en la única explicación admisible, en la única historia vivida. Por primera vez en la historia una campaña de propaganda política sustituía la realidad de lo acaecido por una realidad inexistente, artificialmente construida. George Orwell, testigo y víctima de esa campaña denigrante de falsedades y demonización, llevó a sus novelas al omnipotente Gran Hermano. Los historiadores académicos podían reescribir el pasado una y otra vez, según los intereses sectarios y políticos de cada momento, las iras del dios que adorasen o el gusto y capricho del amo de turno. Como escribía en su novela 1984: “Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”.

La Sagrada Historia de la burguesía heredó, profundizó y completó desde el campo de la historiografía esa campaña difamatoria estalinista y republicana, que es necesario denunciar, criticar y destruir. La historia es un combate más de la guerra de clases en curso. A la historia de la burguesía oponemos la historia revolucionaria del proletariado. A las mentiras se las derrota con la verdad; a los mitos y a la leyenda negra con los archivos.

Hay una contradicción flagrante entre el oficio de recuperación de la memoria histórica, y la profesión de servidores de la Historia Oficial, que necesita olvidar y borrar la existencia en el pasado, y por lo tanto la posibilidad en el futuro, de un temible movimiento obrero revolucionario de masas. Esta contradicción entre el oficio y la profesión se resuelve mediante la ignorancia de aquello que saben o deberían saber; y eso les convierte en INÚTILES. La Historia Oficial pretende ser objetiva, imparcial y global. Pero se caracteriza por su incapacidad para reconocer el carácter clasista de su pretendida objetividad. Es necesariamente parcial, y no puede adoptar más perspectiva que la perspectiva de clase de la burguesía. Es necesariamente excluyente, y excluye del pasado, del futuro y del presente a la clase obrera. La Sociología Oficial insiste en convencernos que ya no existe la clase obrera, ni el proletariado, ni la lucha de clases; a la Historia Oficial le toca convencernos de que nunca existió. Un presente perpetuo, complaciente y acrítico banaliza el pasado y destruye la conciencia histórica.

Los historiadores de la burguesía tienen que reescribir el pasado, como lo hacía una y otra vez el Gran Hermano. Necesitan ocultar que la Guerra civil fue una guerra de clases. Quien controla el presente, controla el pasado, quien controla el pasado, decide el futuro. La Historia Oficial es la historia de la burguesía, y hoy tiene por misión mitificar los nacionalismos, la democracia y la economía de mercado, para convencernos de que son eternos, inmutables e inamovibles.

Antonio Gascón y Agustín Guillamón, impulsores de este Manifiesto, constituidos en Comité de Defensa de la Historia, declaran su beligerancia en este COMBATE POR LA HISTORIA. Por esta razón, y como hemos demostrado en el libro Nacionalistas contra anarquistas en la Cerdaña, publicado por Ediciones Descontrol,

DECLARAMOS PROBADO:

Que la represión de curas y derechistas en la Cerdaña desde el 20 de julio de 1936 hasta el 8 de septiembre de 1936 fue dirigida por el alcalde de Puigcerdá, Jaime Palau, militante de ERC.

Que la lista de los 21 ciudadanos derechistas de Puigcerdá “que debían ser eliminados” fue debatida y elaborada en el Casal de Esquerra Republicana de Cataluña, y su presidente Eliseo Font Morera “aprobó la lista de víctimas”. Las personas que figuraban en esa lista fueron detenidas y asesinadas en la noche del 9 de setiembre de 1936.

Que en la constitución del Consejo Administrativo del Pueblo de Puigcerdá del 20 de octubre de 1936, los anarquistas obligaron a que participase ERC con los dos protagonistas principales de la represión contra los derechistas: Jaime Palau y Eliseo Font.

Que ANTONIO MARTÍN ESCUDERO, el Durruti de la Cerdaña, fue asesinado en el puente de Bellver, el 27 de abril de 1937, en una emboscada preparada por ERC y Estat Catalá. El asesinato se debía al férreo control ejercido por los anarquistas en la frontera, que perjudicaba el contrabando ejercido por estalinistas y nacionalistas.

Que, a partir del 10 de junio de 1937, tras la derrota política de los anarquistas en los Hechos de Mayo, les llegó el turno a los anarquistas. Siete libertarios fueron asesinados en La Serradora por estalinistas y nacionalistas. Se constituyó un Comité Ejecutivo, formado por estalinistas y nacionalistas, para coordinar y dirigir la represión antilibertaria en la Cerdaña. La represión y la difamación iban íntimamente unidas. La matanza del 9 de setiembre de 1936, todos los asesinatos cometidos en la comarca, todos los robos y crímenes encontraron un mismo chivo expiatorio y falso culpable: los anarquistas. De este modo se desviaba la autoría criminal de PSUC-ERC y se criminalizaba al enemigo de clase: los anarquistas.

Que la mayoría de los historiadores mienten, manipulan o falsifican, algunos de forma consciente, los más inconscientemente; está en la naturaleza y condición del oficio que les paga el sueldo. La Sagrada Historia de la burguesía es una falacia, construida para exculpar a nacionalistas y estalinistas de los desmanes de los primeros tiempos de la Revolución. Y un buen ejemplo es la vigente historiografía sobre Puigcerdá y la Cerdaña, que ha logrado ocultar, durante más de 80 años, que los protagonistas del golpe de 1934 fueron duramente represaliados por la derecha españolista en 1935; que esa represión provocó la participación vengativa de los golpistas catalanistas de 1934 en los abusos y arbitrariedades que, después de julio de 1936, siguieron a la derrota de los militares en Barcelona y el resto de Cataluña. Y en particular que más de uno de ellos o era miembro de Estat Catalá, o mayoritariamente miembros reconocidos de ERC, citados en la Causa General como responsables de las matanzas locales.

Que el mito de los fusilamientos masivos en la collada de Tosas, ordenados por el Comité de Puigcerdá, se desmorona ante la precisión y contundencia de un documento de la Causa General que concluye, una vez desenterrados y analizados los 26 cadáveres existentes, que eran en su mayoría personas muy jóvenes, identificados algunos como derechistas y desertores, abatidos por los carabineros al intentar cruzar la frontera. Ni comité, ni fusilamientos; carabineros y desertores, y en todo caso muertes ajenas a la problemática interna de la Cerdaña que no deben contabilizarse como fruto de los conflictos sociales y políticos de esa comarca.

Que a nadie se le debería escapar que la destrucción de la leyenda negra del anarquismo catalán en la Cerdaña, y muy concretamente de la fabulosa criminalización de Antonio Martín, efectuada irrefutablemente en nuestro libro sobre la Cerdaña, implica importantes consecuencias:

A. Las autoridades republicanas y estalinistas, en 1937, mintieron conscientemente, y conscientemente levantaron esa leyenda negra y denigratoria contra el anarquismo catalán. Fue una poderosa arma política contra la CNT-FAI, y además la mejor defensa posible a sus propios crímenes: atribuírselos a los anarquistas.

B. Los historiadores de la burguesía mienten y seleccionan sesgadamente la documentación existente en los archivos, y se convierten de este modo en herederos y continuadores de la campaña denigratoria de propaganda y difamación que consiguió, por primera vez en la historia, que la auténtica realidad social e histórica desapareciera y fuera sustituida por otra nueva realidad-ficción, inventada por esa campaña de propaganda e infamias.

C. Nacionalistas y estalinistas catalanes compartieron, en 1937-1938, de forma natural, civilizada y ética su radical racismo político respecto a los anarquistas, con confusos prejuicios étnicos, culturales, clasistas, ideológicos e idiomáticos. Los anarquistas eran degradados y deshumanizados, de modo que en el imaginario nacionalista y estalinista dejaban de ser personas para convertirse en bestias y alimañas, que bien podían y merecían sacrificarse en el altar de la patria. Como meses antes ya se había hecho con los derechistas españolistas.

D. Todos esos monstruos, asesinos en serie, vampiros y come curas que aparecieron como un virus inexplicable en toda Cataluña, y que la historiografía ha calificado como criminales, deben ser revisados. Todos los historiadores están bajo sospecha de parcialidad y sectarismo.

E. En el verano de 1937 la CNT dejó realmente de existir en la Cerdaña como organización. La brutal represión antilibertaria fue organizada por un Comité Ejecutivo en el que participaron Vicente Climent (PSUC), Juan Bayrán Clasli (PSUC), Joan Solé (alcalde de Bellver), un agente de Vigilancia llamado Samper y otro agente anónimo, pertenecientes ambos a Estat Catalá.

POR LO TANTO, CONCLUIMOS:

Que la historia es un combate más de la guerra de clases en curso. A la historia de la burguesía oponemos la historia revolucionaria del proletariado. A las mentiras se las derrota con la verdad; a los mitos y a la leyenda negra con los archivos.

Que la historia, como ciencia social, ya no es posible realizarla en las instituciones universitarias y académicas, donde los historiadores se transforman en funcionarios sometidos al poder y al orden establecido. La Historia honesta, científica y rigurosa, hoy, sólo es posible contra los historiadores académicos y al margen de las instituciones.

Que la Historia burguesa tiene por misión mitificar los nacionalismos, el totalitarismo democrático y la economía capitalista, para convencernos de que son eternos, inmutables e inamovibles. Un presente perpetuo, complaciente y acrítico banaliza el pasado y destruye la conciencia histórica. De la Historia Sagrada estamos pasando a la poshistoria. Posverdad es un neologismo que describe una situación cognitiva, frecuente hoy, en la que el informador crea opinión pública subordinando los hechos y la realidad a las emociones, los prejuicios, las ideologías, la propaganda, los intereses materiales y la política. Si algo aparenta ser cierto y además halaga la vanidad, o satisface emociones, al tiempo que fortalece prejuicios o identidad, merece ser verdadero. Una buena campaña publicitaria convierte la mentira, la estafa y las falsificaciones en una agradable y conveniente posverdad. La poshistoria deja de ser la narración e interpretación de los hechos sucedidos en el pasado para convertirse en la narración que plumíferos de todo pelaje e ideología fabrican para el mercado editorial, más allá de los hechos y de la realidad histórica, considerados ya como simbólicos, secundarios, prescindibles, perjudiciales o clandestinos.

POR LO TANTO, DEMANDAMOS:

Que los paneles informativos levantados en el puente de Bellver sean quitados o corregidos.

Que ERC asuma su responsabilidad en la matanza de Puigcerdá del 9-9-1936 y cese las infamias levantadas permanente y sistemáticamente por su organización contra los libertarios.

Que Pous/Solé reconozcan formalmente sus errores e insuficiencias, y los hagan públicos y notorios, por dignidad propia y porque es de justicia.

INICIAMOS la difusión de este texto con el objetivo de concienciar, eximir y librar a los libertarios del enorme perjuicio moral sufrido a causa de esa degradante campaña difamatoria, impulsada por estalinistas y nacionalistas.

No es posible ningún pacto ni colaboración con el enemigo de clase. Convocamos a esa necesaria minoría ácrata y rebelde armada de principios, aún sin patria ni banderas, sin dioses ni fronteras, sin dejaciones ni renuncias, a que se sumen a estas demandas, enviando susadhesiones a este Manifiesto alCOMITÉ DE DEFENSA DE LA HISTORIA, e-mail:chbalance@gmail.com

Antonio Gascón y Agustín Guillamón. Puigcerdá, 27 de abril de 2018

Carta de Durruti desde la cárcel (1933)

Por Agustín Guillamón

 El domingo 2 de abril de 1933, Durruti, Ascaso y “Combina” habían sido detenidos en Sevilla, a la salida del Congreso Regional de Andalucía y Extremadura. El argumento esgrimido para justificar la actuación policial era éste: “como responsables de los conceptos delictivos que emitieron en el mitin de clausura”[1], esto es, un delito de opinión, que atentaba contra la más elemental libertad de expresión de las personas.

El domingo 9 de abril, en Barcelona, los más destacados dirigentes de Estat Català (EC) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), reunidos en el homenaje al fascista Josep Dencás, entonces Consejero de Sanidad, consideraban que las detenciones de Sevilla habían descabezado a la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y que esta organización podía darse como extinguida. Tales declaraciones tomaban los deseos por realidades, como suele ser habitual entre los mandos del aparato represivo burgués, cuando pretenden reducir complejas y profundas cuestiones sociales y políticas a puntuales o habituales problemas de “terrorismo” y orden público, individualizadas además en algunos líderes o cabezas de turco. Josep Dencás había sido uno de los principales fundadores y promotores, con los hermanos Badía, de los escamots fascistas e independentistas de las JEREC (Juventudes de Esquerra Republicana-Estat Català).

Buenaventura Durruti, Francisco Ascaso y Vicente Pérez “Combina[2] fueron encarcelados en el penal de Santa María (Cádiz), tras pasar algunos días en la cárcel de Sevilla.

En ese penal Durruti escribió una carta a su familia en la que destaca su definición de patria como “conjunto de propiedades” y la oposición que hace entre guerra imperialista y guerra social, entendida como sinónimo de lucha de clases. La mayor parte de la carta está dirigida a su hermano Pedro, en un intento de ayudarle a profundizar en el análisis de la guerra, puesto que Buenaventura consideraba que Pedro no lo había enfocado adecuadamente en un artículo publicado recientemente en la prensa.

En la carta cabe destacar algunos puntos que inciden en la biografía de Durruti:

1.- Su permanencia durante un año en París durante la Gran Guerra.

2.- Su relación con Pío Baroja, que lo visitó en prisión, posiblemente interesado en el contacto y conocimiento directo de un hombre de acción como Durruti.

3.- El trato discriminatorio y vejatorio de las autoridades republicanas respecto a los militantes anarquistas, que impedía la menor colaboración o entendimiento del movimiento anarcosindicalista con las autoridades de la Segunda República.

A continuación, reproducimos íntegramente esa carta:

“Puerto de Santa María, 3 de junio de 1933[3].

Querida madre y hermanos.

He recibido vuestra carta, fechada del día 1, en la que me decís que tenéis los pases en vuestro poder, y me preguntáis que hacéis con ellos.

Los pases os los guardáis hasta que yo salga y una vez en Barcelona me los mandáis. Lo que lamento es que será fácil que no me pueda servir de ellos, pues si hace dos meses que los tenéis en vuestro poder; nada más hace falta uno para que caduquen; mes que será muy fácil que pase aquí: pues está visto, que el Gobierno está dispuesto a que pase el verano a la sombra.

Hace unos días confiaba en salir, pues los compañeros de Madrid me habían escrito diciéndome que Quiroga[4] había dado órdenes para que nos pusieran en libertad. Pero de repente, sin que nadie lo esperara, se nos presentó el juez de este pueblecito, con un telegrama del juzgado que instruye el proceso por el mitin de clausura del Congreso; proceso por el cual estábamos en libertad, bajo la fianza personal de mil pesetas; y nos comunicó que había recibido un telegrama de Sevilla en el cual nos tenía que notificar, que el proceso estaba reformado; y se nos retiraba la fianza; por lo tanto quedábamos a disposición del juzgado de Sevilla, procesados y sin fianza.

Yo le pregunté al juez; a que obedecía esta modificación en un proceso sin importancia como éste: no supo qué contestarme; y se ciñó a comunicarme mi prisión sin fianza. Este caso es la primera vez que se ve, pues todos los procesos por delito de imprenta o palabra son con fianza, y sin prisión. No sé con qué intención habrán modificado esta fianza. Hemos escrito a los compañeros de Sevilla para que nos aclarasen esta incógnita; unas vez éstos nos contesten; veremos a ver que intenciones abrigan estos tíos.

De aquí; que queréis que os cuente; esta es una cárcel terrible, donde uno entra y no sabe cuándo sale; esto es peor que el infierno de Dante. Estamos completamente incomunicados; han venido compañeros a vernos y no se les ha autorizado la comunicación. Está visto que el Ministerio de la Gobernación está dispuesto a que nadie nos vea. Ahora que nosotros vamos a protestar de esta medida excepcional que se emplea con nosotros, pues todos los presos que hay en las cárceles de España pueden hablar con sus familias y amigos; y a nosotros, que somos presos políticos, no nos deja comunicar con nadie: y luego nos critican porque atacamos al régimen republicano. Que quieren que digamos cuando cometen estas barbaridades con nosotros.

Pío Baroja[5], cuando vino a verme a la cárcel de Sevilla me decía: es terrible lo que hacen con ustedes; y yo le pregunté qué posición cree Don Pío que debemos adoptar nosotros frente a estas arbitrariedades. No supo qué contestar. Luego he leído un artículo de él en Ahora, que es la contestación que no se atrevía a darme a través de las rejas[6].

Bueno, no quiero hablaros más de estas cosas porque me pongo de mal humor.

Al viejo Germinal[7], que le habían puesto en libertad, le han detenido, y está en las mismas condiciones que Combina y yo. Procesado por el mitin y sin fianza.

Hace unos días he recibido La Mañana, que me lo manda Perico[8], he visto y leído el artículo que ha escrito con el título “Mensaje de los niños ingleses”, el artículo está muy bien; pero Perico no enfoca bien el problema de la guerra; y no te enfades por esto, hermano. Días antes de la deportación os recordaréis que hicimos un gran mitin en Barcelona contra la guerra; en el cual tomó parte un gran pacifista francés: el príncipe de la paz como le llaman en París. “Pioch”[9], éste es el nombre de esta gran figura internacional. Pioch hizo mucho por nosotros cuando estábamos presos en París. Pioch hizo un discurso grandioso; expuso los crímenes de la guerra de una forma majestuosa. Mimi[10] tomó su discurso taquigráfico; yo hablé detrás de Pioch; después de saludarle y presentarle al público español; traté los dos aspectos de la guerra. Guerra imperialista y guerra social. Sin herir la susceptibilidad de Pioch, le pregunté el por qué habían esperado los pacifistas el peligro de guerra para encararse contra la monstruosidad de la guerra. Los pacifistas de hoy, han tenido necesidad de inspirarse en los crímenes cometidos, para hacer artículos en la prensa y discursos en los tribunales; como si los crímenes cometidos del 14 al 18 fueran los únicos crímenes cometidos por el capitalismo. Yo he visto, hermano Perico, muchos seres humanos mutilados en esa terrible guerra; por otro lado, tú sabes que viví un año en París, en plena guerra. Pues bien, hermano, yo no tuve necesidad de esa terrible tragedia para levantarme contra toda la clase de crímenes. Si la guerra mutiló a miles de hombres, también la guerra social ha mutilado a miles de trabajadores. ¿Qué diferencia hay entre el hombre que pierde un brazo defendiendo la patria al que lo pierde trabajando? ¿Qué es la patria? Según la academia es el suelo donde uno ha nacido. ¿Pero qué derechos le concede la Patria al trabajador? El de trabajar cuando encuentra quien le explote. Es decir, la Patria es el conjunto de propiedades; y en cuanto hay algún otro país que quiere usurpar parte de esa propiedad; entonces los propietarios se amparan en las leyes que ellos mismo han creado; y con las armas nos obligan a morir en el campo de batalla defendiendo la propiedad sagrada. En estas luchas los hombres se asesinan los unos a los otros, y cuando la tragedia ha terminado, los únicos beneficiados son los propietarios.

¿Qué es la guerra social? La lucha de dos clases sociales. La una, la de los propietarios, que por obtener un máximo de beneficios, les importa un comino que sus operarios dejen entre las máquinas algunas partes de sus miembros; el caso es ganar dinero. Por otro lado esta clase de propietarios; ve que la otra clase pone en peligro sus propiedades; también apelan a las leyes que ellos han creado, y asesinan aquellos que no se someten a la propiedad sagrada. En esta lucha, también hermano hay muchos hombres mutilados, muchos más que en las guerras imperialistas.

¿Cómo evitaremos la guerra? Sólo hay una forma, Perico. Aconsejando a las juventudes para que no construyan las armas con las cuales se han de matar; y que no defiendan los intereses de nadie. Quien tenga propiedades, que las defienda él mismo.

Me vas a decir, Perico, que esto está bien; pero que la guerra la tenemos encima, y hay que evitarla, de acuerdo hermano: hay que evitar la guerra. Solo los trabajadores organizados son capaces de impedir la matanza que se avecina. Cuando Herriot[11] regresó a París de un viaje por España, hizo unas declaraciones muy interesantes en la prensa parisina. España, dijo Herriot, es un país muy interesante y que mañana se debe tener en cuenta; pues en cuanto los jóvenes republicanos consigan fortalecer la República, será un país muy útil para la seguridad de la paz.

 Hay que tener en cuenta, hermano, que cuando estos hombres hablan de la paz, es la guerra, y cuando habla de fortalecer la República, es anular la organización, que en momentos de guerra podría paralizar la vida industrial de la nación. Herriot no se atrevió a decir públicamente que en España no es posible una movilización mientras exista la Confederación.

Así mismo, hay que evitar la guerra, pero hay que prepararse para que ésta no se lleve a cabo. Si se hace inevitable, tienes que dar soluciones para que fracasen los partidarios de ésta. Lo mismo que piensa uno de hacerse en el otoño un abrigo para salvarse del frío del invierno. Hay que organizarse; pero si llega el momento fatal de la guerra, sepamos paralizar la industria nacional; arma contundente para hacer fracasar los planes maquiavélicos de una clase sin escrúpulo, que por conservar sus privilegios son capaces de hacer asesinar a media humanidad.

Perico, ti continúa escribiendo; tus dos artículos me han gustado mucho; lo que tienes que hacer es leer; si necesitas detalles para documentarte referente a la guerra; yo te los mandaré, pues en París hay un comité integrado por hombres muy capaces, que escriben mucho y bien referente a la guerra,

Tú que lees el francés, te serán muy útiles, en Barcelona yo tengo algunos periódicos; si los necesitas escribes a Mimi que te los manda, y si quisieras la [le] puedes decir que te ponga en relación con este comité, y te suscribes a la prensa; es cuestión de una peseta por semana. Esta prensa te será muy útil. Si yo saliera pronto, hablaríamos esto, y te proporcionaría revistas francesas que son verdaderas joyas literarias y científicas.

Tú anímate Perico, y adelante; pero sin hacer demagogia. Se triunfa cuando se es valiente.

Mimi me ha escrito que su madre se marcha para París, la mujer[12] está triste porque se queda sola, y tiene que dar a guardar la nena[13].

Rosa[14]: mándame si la tienes, la carta que has leído en la prensa, y que está firmada por mí, pues no la he leído.

Dar recuerdos a los amigos, y Manolín[15] que me escriba.

Recibir un abrazo de éste que os quiere, Pepé[16].”

[Firmado Pepé]

*

Las fotos de Durruti, Díez, Ascaso, Combina y Lorda fueron utilizadas en un fotomontaje que les mostraba tras unas rejas, en la cárcel del Penal del Puerto de Santa María en agosto de 1933. Fue una postal muy difundida en la época, enviada por Durruti a su familia y a compañeros de lucha con dos hermosas dedicatorias alternativas al dorso de la foto. La primera dedicatoria decía: No habrá paz en la tierra mientras existan las cárceles. Que no olviden los idealistas que ellos son los encargados de destruirlas”. La segunda dedicatoria: “La única solución que han dado los republicanos es encarcelar a los que no piensan como ellos”.

El 13 de septiembre Durruti, Ascaso y Combina, junto a varios compañeros, fueron trasladados a Sevilla para ser juzgados en aplicación de la Ley de vagos y maleantes de la Segunda República, con gran indignación de todos ellos, que consideraban como un insulto ser juzgados por vagos, porque toda su vida habían vivido del fruto de su trabajo. Se declararon en huelga de hambre. Finalmente Combina y Durruti fueron liberados de la cárcel el 7 de octubre de 1933, llegando a Barcelona el día 10. Sin embargo Francisco Ascaso y otros tres compañeros (Díez, Valiente y Paniza) fueron retenidos en la cárcel hasta el 3 de noviembre, acusados por el juez de un nuevo delito de “desobediencia”, por negarse a firmar la sentencia que les regalaba el título de vagos.

El 22 de octubre de 1933 ocho mil miembros uniformados de los escamots de las JEREC desfilaron militarmente en Montjuic, imitando el modelo nazi-fascista. Vestidos con camisa militar verde, pantalones oscuros de pana, correajes de cuero y botas, vitorearon los discursos de Miguel Badía, de Josep Dencás (según la “Soli” ridículo imitador de Hitler) y del tan manipulado como ambicioso presidente Macià.

Tal desfile provocó al día siguiente un encendido debate en el Parlamento catalán, que rechazaba en su mayoría tales manifestaciones totalitarias, aunque todo quedó en mera palabrería y en la mayor pasividad.

El 24 de octubre un grupo de escamots asaltaron a punta de pistola la imprenta donde se imprimía el semanario humorístico catalanista y liberal El Be Negre, provocando algunos desperfectos, al tiempo que destruían y secuestraban los cinco o seis mil ejemplares del número de esa publicación en curso de impresión. No se detuvo a nadie, el redactor que había ofendido a algunos dirigentes de ERC y Estat Català huyó prudentemente a un lejano país y el propietario de la imprenta presentó cargos por destrucción de algunos enseres y deterioro de maquinaria contra el confeso participante en el asalto, el señorito Jaume Aiguader (hijo del alcalde de Barcelona y dirigente de ERC del mismo nombre), que estuvo al mando, con su tío Artemi, del escamot de los 15 asaltantes del semanario. La “Soli” advirtió que si los escamots les atacaban se defenderían adecuadamente, muy lejos de la pasividad mostrada por El Be Negre.

En los meses siguientes la emulación fascista de los escamots incluyó también reventar huelgas y boicotear los mítines de los partidos rivales, al mismo tiempo que Badía y Dencás se hacían con los resortes efectivos de Gobernación y Orden Público, torturando sistemáticamente a los cenetistas detenidos por la huelga de tranvías en Barcelona. Mientras tanto, Durruti, Ascaso y Combina intervinieron en los masivos mítines de la campaña abstencionista de la CNT. La guerra social seguía su curso.                                                                                    *

De izquierda a derecha, de pie: Colette Durruti (hija de Durruti), Joaquina Dorado y Liberto Sarrau. Sentados: Emilienne (mujer de Durruti), Rosa Durruti (hermana) y Ricardo Sanz. París, 1979.

Fotomontaje de los presos en el Penal del Puerto de Santa María (1933)

Mensaje manuscrito de Durruti al dorso del fotomontaje: “No habrá paz en la tierra mientras existan las cárceles. Que no olviden los idealistas que ellos son los encargados de destruirlas. Tu hermano Pepé

NOTAS:

[1] La Vanguardia (5 de abril de 1933).

[2] Vicente Pérez Viche, “Combina”. Nacido en Barcelona el 28 de junio de 1900. Barnizador. Exiliado en Francia durante la Dictadura de Primo de Rivera, Abandonó el Congreso de Marsella de 1926, junto a García Oliver, cuando no se aceptaron las tesis colaboracionistas con los políticos. Participó en numerosos congresos, conferencias y mítines por toda la geografía española. Intervino con Durruti y García Oliver en la campaña de agitación de enero de 1932, iniciada en Sallent, que culminó en la insurrección del Alto Llobregat. Detenido en Sevilla el 2 de abril de 1933, después de pronunciar el discurso de clausura del Congreso Regional andaluz. Preso en el penal del Puerto de Santa María hasta octubre. El 16 de noviembre de 1933 intervino en el mitin organizado por la FAI celebrado en el Palacio de Artes Decorativas de Montjuic, con Francisco Ascaso, Domingo Germinal, Alejandro Gilabert, Dolores Iturbe, Sébastien Faure y Buenaventura Durruti. En los años siguientes compartió cartel con los más destacados oradores confederales, en los principales mítines anarcosindicalistas. Asistió al Congreso de mayo de 1936. Durante la guerra fue uno de los nueve ediles cenetistas en el Consejo Municipal de Barcelona, Fue presidente del Sindicato de Transportes de Barcelona. Se adhirió al mitin de Los Amigos de Durruti celebrado en el Teatro Poliorama. En agosto de 1938 fue nombrado secretario de la Federación Nacional de Transportes de la CNT. Al final de la guerra se exilió en Venezuela y luego en México.

[3] En el encabezado de la carta se escribe una fecha errónea: 3-6-1926.

[4] Santiago Casares Quiroga (1884 – 1950) fue abogado y político republicano. Ocupó diversos ministerios durante la Segunda República. En junio de 1933, fecha de la carta de Durruti, era Ministro de Gobernación, cargo que ocupó durante el bienio socialista-republicano (1931-1933). Era amigo personal de Azaña. Tras el acceso de Azaña a la presidencia de la República fue nombrado Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra (mayo de 1936), cargo que desempeñó hasta el 18 de julio de 1936, cuando dimitió, desbordado por el golpe de estado militar al que no había sabido enfrentarse.

[5] La descripción de Durruti la dejó plasmada en su obra El cabo de las tormentas.

[6] Artículo de Pío Baroja publicado en Ahora (23 de abril de 1933), titulado “Latifundio y comunismo”.

[7] Domingo Miguel González (1880-1936), conocido por su seudónimo de Domingo Germinal, o Germinal. Su juventud transcurrió en Vizcaya. Hacia 1905 ingresó en la marina mercante. Residió en Cuba y México durante los años veinte. En 1929 regresó a España. Entre 1929 y 1930 vivió en Blanes y Barcelona, colaborando en La Revista Blanca. El 15 de septiembre de 1930 participó en un mitin a favor de los presos celebrado en el Palacio de Bellas Artes de Barcelona, donde exigió al Estado la amnistía para los presos por delitos políticos y sociales. El 16 de octubre, una conferencia que tenía que dar en el teatro Apolo de Vilanova i la Geltrú fue suspendida por orden del gobierno. En los años treinta mitineó por todo el país. Era un excelente orador, en varias lenguas, que atraía mucho público. Detenido en Sevilla el 2 de abril de 1933, hasta octubre estuvo preso en el penal del Puerto de Santa María. El 5 de noviembre de 1933 intervino con Josep Corbella, Francesc Isgleas, Valeriano Orobón, Benito Pabón y Buenaventura Durruti, en el gran mitin de la plaza de toros Monumental de Barcelona contra las elecciones, organizado por la CNT, la FAI. Y el día 16 en el mitin organizado por la FAI, celebrado en el Palacio de Artes Decorativas de Montjuic, con Francisco Ascaso, Vicente Pérez Viche (Combina), Alejandro Gilabert, Dolores Iturbe, Sébastien Faure y Buenaventura Durruti. Huyendo de la represión republicana, vivió escondido en diversas localidades valencianas y más tarde, buscando un clima benigno para su enfermedad, se instaló en Palma de Mallorca (y ocasionalmente en Ibiza), donde entre 1935 y 1936 dirigió el periódico Cultura Obrera. Murió en Elche en marzo de 1936.

[8] Perico, diminutivo de Pedro, era hermano de Durruti: Marciano Pedro Durruti Domingo (1911-1937). Tras militar en el anarquismo, se afilió a Falange en 1936 y llegó a tratar con José Antonio Primo de Rivera, con quien había coincidido en la Cárcel Modelo madrileña, y que avaló su ingreso en Falange. Murió nueve meses después que su hermano. Fue fusilado el 22 de agosto de 1937, en un pueblecito de León, por miembros de su mismo bando que le consideraban un radical, tras un juicio de guerra sumarísimo algo chapucero.

[9] Georges Pioch (1873- 1953) fue un periodista y destacado militante pacifista francés. A finales de 1930 creó y presidió la Liga Internacional de los combatientes de la paz, de la que Romain Rolland era el presidente de honor y Victor Méric su secretario general. En el comité de honor figuraban Albert Einstein, Stefan Sweig, Upton Sinclair, Paul Langevin, Georges Duhamel, Charles Vildrac y Jules Romains. Georges Pioch dimitió en 1937 porque creía que no se condenaba con suficiente firmeza y eficacia los procesos de Moscú. Firmó junto a Jean Giono, Victor Margueritte, Marcel Martinet y Simone Weil una petición que exigía la no intervención en las cuestiones españolas, acompañada por una petición de mediación entre las partes en conflicto. Se retiró de toda actividad pública en 1943 Murió en Niza el 27 de marzo de 1953.

[10] Mimi era la compañera de Durruti: Émilienne Morin (1901-1991).

[11] Édouard Herriot (1872-1957), político, hombre de Estado y escritor francés. Miembro del Partido radical republicano y figura destacada de la Tercera y de la Cuarta República. Estudió en la Escuela Normal Superior y ejerció el profesorado en Nantes y desde 1902 en Lyon, cuya alcaldía ocupó desde 1905 a 1925 y, tras la II Guerra Mundial, hasta su muerte. A partir de 1910 su labor política en el ámbito local fue dando paso al nacional, llegando a participar en nueve gabinetes de gobierno y a ser primer ministro en tres ocasiones. Fueron sus principales cargos políticos el de Ministro de Transportes y Obras Públicas, en 1916–1917; Ministro de Educación, en 1926–1928; Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Relaciones Exteriores en 1924–1925, julio de 1926 y de junio a diciembre de 1932; Ministro de Estado, en 1934–1936. En 1946 fue elegido miembro de la Academia Francesa. Presidente de la Asamblea Nacional desde 1947 hasta 1954.

[12] Emilienne Morin.

[13] Colette Durruti, nacida en diciembre de 1931, hija única de Buenaventura y Emilienne.

[14] Rosa Durruti, su hermana.

[15] Manuel Durruti, hermano de Buenaventura de simpatías socialistas. En la revolución de octubre de 1934 murió de un disparo, cerca del puente de San Marcos, en la ciudad de León.

[16] Durruti, en la correspondencia con su familia, firmaba Pepé. Recordemos que su nombre era José Buenaventura.

Los anarquistas: el enemigo

La utilización del monopolio de la fuerza por parte del Estado siempre ha sido un tema delicado. Más aún lo es la narrativa legitimadora del sistema penal en un Estado que se autodefine como democrático. Entendámonos: abrir cabezas y encerrar gente no siempre está bien visto por todos los implicados. Y menos en una sociedad de clases.

El sistema penal que tenemos se supone que fue estructurado en torno a una serie de ideas centrales de los reformadores ilustrados de la Europa que se quería liberar del poder absolutista del Antiguo Régimen. Eso implicaba, en lo político, un sistema de división de poderes y de elección democrática de los representantes; y en lo penal, toda una caja de herramientas de garantías ciudadanas, creadas para limitar el poder del Estado y sus agentes, así como la idea central de que el propio sistema penal tenía como finalidad la reinserción y humanización de los infractores, no su pura aniquilación ni el suplicio (la tortura pública, la ejecución mediante medios especialmente impresionantes ) que, en la sociedad anterior, convertía el castigo de los delitos en la manifestación pública de un poder que podía generar, como ejemplo para toda la población, un sufrimiento inaudito.

Así, el Derecho Penal de la sociedad capitalista que se autodefinía como democrática, estaba basado en una idea principal: sólo iba a actuar, dada su enorme capacidad para dañar los derechos fundamentales de los implicados, ante las agresiones más graves frente a los bienes jurídicos más importantes de la sociedad. Cuáles eran esas agresiones y esos bienes, era algo que se determinaba de manera rigurosa y limitada en el correspondiente Código Penal. Y allí se debían tipificar, exclusivamente, actividades concretas. No líneas de pensamiento (se tenía a gala una cierta libertad de expresión) ni la pertenencia a colectivos sociales (se hablaba de la igualdad de los ciudadanos como un valor).

Por supuesto, estamos hablando de tiempos pasados. De una narrativa jurídica que está pasada de moda. Aunque tampoco tenemos muy claro cuando estuvo realmente de moda en esta Península nuestra que ha pasado de dictaduras a dictablandas, y de reformas de la dictadura a dictaduras reformadas, tantas y tantas veces en los últimos siglos.

La tendencia brutal del nuevo Derecho Penal neoliberal es, sin embargo, lo que se ha denominado por conocidos juristas como Raúl Zaffaroni, el “Derecho Penal del enemigo”. Es decir, que lejos de castigar conductas concretas, previamente tipificadas, y ya consumadas; lo que hace el sistema penal actual es identificar grupos sociales posiblemente infractores y, ya que estamos, en nombre de la prevención de las conductas desviadas y de la defensa adelantada del orden social, ir tipificando como delito lo que estás personas hacen.

No se trata, pues, de que el ciudadano Fulanito ha hecho tal cosa que estaba previamente definida en el Código Penal como delito, sino de que hay un grupo de gente sospechosa que, un día de estos, hará algo que aún no tenemos identificado y que será muy, muy malo. Por eso, antes de que ese día llegue, tenemos que estudiarles, vigilarles e ir tipificando ya lo que estas gentes hacen como delito. No perseguimos, pues, una conducta concreta. Perseguimos a un enemigo.

Y aquí llegan los anarquistas. Los anarquistas: el enemigo de hoy.

Porque hoy les toca a los anarquistas ser el enemigo. Lo podemos leer en todos los medios de comunicación mainstream: los anarquistas han hecho todas las maldades sucedidas en el último mes en toda España. Anarquistas sin Fronteras, que se desplazan por toda Europa buscando los disturbios como las aves migratorias buscan los vientos más cálidos. Anarquistas con fantasmales Másteres en guerrilla urbana que utilizan para cruzar contenedores en una calle y que deben haber recibido becas de poderes oscuros para saquear tiendas de móviles.

Poco importa que ser anarquista sea una ideología (es decir, una convicción íntima o una manera de ver el mundo), supuestamente protegida como cualquier otra en un contexto de libertad de pensamiento y pluralismo político; y no una actividad concreta. Y es que hay anarquistas que se dedican a predicar el pacifismo (como Lev Tolstoi), que organizan cursos de formación sindical, que colaboran con grupos de parados y personas desahuciadas, que recuperan la Memoria democrática de nuestro pueblo en la Universidad, o que defienden la naturaleza y ponen en marcha huertos colectivos.

También, hay, por supuesto, anarquistas que se encapuchan y cruzan contenedores. Aunque no se sabe muy bien cuales son las pruebas que sustentan la histeria recurrente de los medios de comunicación patrios sobre los anarquistas esta semana. Ningún dato acompaña algunas informaciones y otras se escudan, simplemente, en que los anarquistas que han detenido son demasiado jóvenes (16 y 17 años) para que haya pruebas previas de su pertenencia a tan oscuro mundo. Es el problema de redactar las informaciones periodísticas parafraseando los atestados policiales: a veces los atestados tienen (sean o no conscientes de ello sus autores) más de obra literaria de ficción que de investigación de la realidad, como sabemos todos los que hemos sido penalistas.

Así que el enemigo que toca son los anarquistas. Es un enemigo que viene bien: permite subir el tono represivo sin acusar directamente a la gran masa de independentistas catalanes que se han manifestado estos días. Es decir, sin que se den demasiada cuenta de que vamos a por ellos. Es un grupo humano con una larga trayectoria como enemigo (sólo superada, quizás, por masones, comunistas y judíos). Y es un enemigo al que, básicamente se ha ido acosando con diversas operaciones policiales (que se han demostrado infundadas ante los tribunales en la casi totalidad de los casos) en los últimos años.

Pero un enemigo tiene que haber, porque sólo la presencia del enemigo justifica la actuación adelantada del sistema penal. El hecho de que la vigilancia estatal se convierta en omnipresente (pero no sólo para el enemigo, para todos) y de que el populismo punitivo se vuelva la narrativa básica de los medios de comunicación y de las sentencias judiciales. El Estado de emergencia, sin la declaración de emergencia.

Porque el enemigo, por otro lado, es, por supuesto, excepcionalmente malvado, y por ello comete crímenes especialmente reprobables. Y eso nos lleva a la carnal relación existente, en el sistema penal neoliberal, entre el “Derecho Penal del enemigo” y la extensión de los mecanismos de emergencia y excepcionalidad.

Me explicaré: Juan Alejandre, mi viejo profesor de Historia del Derecho en la Universidad Complutense, tenía un interesantísimo librito sobre la historia de la tortura como medio de prueba en el proceso penal. La relacionaba con la historia del llamado “delitum exceptum”, el delito especialmente grave que permite saltarse, legalmente, todas las garantías del ciudadano en el procedimiento. En su momento, en Roma, el intento de asesinato del Emperador, por ejemplo.

La tesis de mi viejo (y gran) profesor, era que, al igual que el derecho penal en general muestra una fuerte vis expansiva (tiende a extender sus propias competencias, invadiendo ámbitos que no le deberían corresponder si se entiende como la reacción ante las agresiones más graves ante los bienes jurídicos más importantes), dentro del propio Derecho Penal, el “delitum exceptum” también muestra una fuerte vis expansiva (si no interviene la racionalidad jurídica, cada vez más cosas se consideran dentro del marco de ese delito especialísimo que permite a las fuerzas de represión saltarse las garantías generales de los ciudadanos en su persecución).

Hay que tener bien presente que el terrorismo es el gran “delitum exceptum” de nuestro tiempo. Con unos tipos penales cada vez más amplios, una jurisprudencia cada vez más permisiva con las crecientes limitaciones que le acompañan, supuestamente derivadas de su persecución, a las garantías fundamentales y una narrativa cada vez más populista que favorece su omnipresencia penal por parte de los medios de comunicación. En la persecución del delitum exceptum, en su vis expansiva sin freno, que es lo que nos estamos jugando con todo este culebrón de los catalanes, los anarquistas y otros enemigos semejantes, se llega al Estado de Excepción, declarado o no. Algunos ya lo están pidiendo, como Abascal y su gente.

Sólo un dato, hablando de Abascal: Hitler no derogó, hasta mucho después de haber tomado el poder, el entramado constitucional de la República de Weimar, que era un modelo dentro del mundo democrático liberal. Sólo fue introduciendo y expandiendo, gradualmente, sus mecanismos de excepción ante el delitum exceptum, hasta que el orden normativo devino, casi naturalmente y con el aplauso de grandes juristas, esencialmente otro. Un orden autoritario y asesino. Un orden normativo en guerra abierta (la excepción, la emergencia) con el enemigo (el rojo, el judío, el anarquista) en una situación de urgencia que justificaba, teóricamente, todas las excepciones.

La democracia, queridos amigos, se defiende para todos, o no sobrevive para nadie.

https://www.elsaltodiario.com/opinion/jose-luis-carretero-anarquistas-enemigo-disturbios-barcelona