Convocatoria de Huelga de Alquileres – 1 de abril

Desde el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria convocamos a toda la clase obrera e inquilinaria a secundar la Huelga de Alquileres General e Indefinida que declaramos a partir de este 1 de abril de 2020.

La situación actual no puede ser más alarmante, y no sólo a niveles sanitarios sino también económicos y sociales. Las medidas adoptadas por el ejecutivo en relación al “Estado de Alama” decretado por el Covid-19, son medidas marcadamente anti-obreras (flexibilización de los ERTE) y que tocan la superficie (moratoria limitada de las hipotecas) ignorando lo básico: miles de familias que viven al día, que sobreviven con trabajos sin nómina, que han sido despedidas fraudulentamente y en cuyas casas no entra ningún ingreso debido al confinamiento, se exponen a la imposibilidad de hacer frente al pago del alquiler.

Los sectores más empobrecidos de la población, como arrendatarias, migrantes, personas sin hogar, trabajadoras domésticas, precarias, han sido completamente relegados e ignorados, como siempre.

Por todo esto, invitamos a todos los colectivos, plataformas y sindicatos a secundar esta Huelga de Alquileres, convocada también a nivel internacional (desde Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Suecia, Chile y los que se irán sumando).

Nuestras exigencias básicas son claras:

 Suspensión inmediata del pago de la renta, especialmente para arrendatarios en situación de vulnerabilidad y para arrendadores que sean multirentistas o personas jurídicas (la minoría que no cumpla estos requisitos que reclame una Renta Básica Universal). Mientras no se adopte esta medida, sin ingresos suficientes y regulares, no pagaremos.

 Que las viviendas abandonadas en manos de fondos, entidades financieras y bancarias (sobre todo las que han sido rescatadas con dinero público) sean socializadas y puestas a disposición de las miles de personas y familias que hoy carecen de hogar.

Nos sobran los motivos para proclamar a partir de este 1-A: ¡Huelga de Alquileres General e Indefinida!

NO COBRAMOS, NO PAGAMOS.

Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria

Fuente: https://www.lahaine.org/mm_ss_est_esp.php/convocatoria-de-huelga-de-alquileres

Un día de furia en Parla

Entierro de Ursino en Parla el 6 de marzo / Bernardo Pérez

Se cumplen 35 años de la muerte de Ursino Gallego, un chico de 14 años, tras recibir el disparo de una pelota de goma en el pecho, durante una manifestación en Parla (Madrid). En Parla no había agua, o había poca y mala; se cortaba con frecuencia el suministro y la gente estaba harta. Se contaba que hubo un alcalde de la localidad que respondió así a unos vecinos que protestaban en otro momento anterior: ¿Quieren agua? Pues cómprense una botella de Solares.

A lo mejor era una leyenda urbana.

El caso es que todo aquello acabó en tragedia. Hubo por aquellos meses varios incidentes graves en manifestaciones y enfrentamientos con la policía en Madrid. Las fuerzas de orden público hacían frente a crecientes protestas ciudadanas, con reivindicaciones sociales, laborales o políticas en medio de una prolongada campaña electoral, porque el 1 de marzo se celebraron elecciones legislativas y un mes más tarde hubo elecciones municipales.

El domingo 25 de febrero de 1979 fue una jornada reivindicativa en Madrid. En Orcasitas fueron detenidos veinte vecinos que protestaban por el decreto sobre la vivienda de promoción directa recientemente aprobado. Estaban junto a un cine en Aluche donde José Luis Álvarez daba un mitin de UCD. Al día siguiente fueron puestos en libertad previo pago de una multa de 25.000 pesetas (150 euros).

En Getafe hubo una manifestación, reedición de otra que tuvo lugar el domingo anterior en protesta por una redada antidroga en la que la policía hizo disparos al aire y mató a Antonio Goiri, El Sevillano. En la manifestación del domingo 25 de Getafe, más numerosa que la primera, hubo un gran enfrentamiento de los vecinos con la policía antidisturbios. No fue ajena la violencia a las explicaciones oficiales sobre la muerte de El Sevillano, que «fue herido de un disparo en un glúteo, pero que este tipo de heridas no son mortales, por lo que había que suponer que la muerte se produjo por una crisis cardiaca del herido, propiciada por su debilidad física, hipotéticamente, motivada por el consumo de drogas.» Los antidisturbios entraron en la Casa del Pueblo, la registraron y golpearon a un joven que había dentro.

En Parla, hubo ese domingo una protesta por «los constantes y asfixiantes cortes de agua que sufre esta localidad». La manifestación comenzó a las diez de la mañana y alcanzó su punto máximo hacia la una del mediodía, cuando se habían sumado a la protesta pública numerosos vecinos de distintas urbanizaciones, entre las que se encontraba la de Villajuventus. A esa hora se presentaron las fuerzas de policía antidisturbios y los manifestantes decidieron cortar, con barricadas, la carretera de Toledo, provocando un considerable tapón de tráfico. El enfrentamiento entre policía y manifestantes cobró momentos de relativa violencia cuando los vecinos comenzaron a arrojar piedras contra las fuerzas antidisturbios, a lo que éstas replicaron con lanzamiento de botes de humo. Numerosos semáforos quedaron inutilizados por las pedradas recibidas.» ¿Guerrilla urbana? Fueron cuatro horas de enfrentamientos, hubo 600 manifestantes lanzando piedras, se levantaron barricadas, se registraron cortes de tráfico en una carretera nacional…

Parla era una localidad de 40.000 habitantes -algunas cifras oficiosas elevaban a 70.000 la cifra real de residentes- en cuya planificación tampoco se tuvo en cuenta el suministro de agua, que se conseguía mediante pozos, el agua escaseaba y era de mala calidad, hasta el punto de provocar frecuentes problemas estomacales e intestinales a quienes la tomaban. Las protestas por el problema del agua -al que se añadía el pequeño inconveniente de que el pueblo estaba dividido por la carretera de Toledo- se registraban desde mayo de 1976 y el alcalde Domingo Ostolaza estaba desaparecido, porque había presentado su dimisión y no se la había aceptado por la autoridad competente. A pesar de ello, se ausentó durante varios meses en 1978 para atender asuntos personales.

Estas manifestaciones eran ilegales porque no se autorizaban alegando que se estaba en campaña electoral. Y al domingo siguiente, 4 de marzo de 1979 -se cumplen hoy 35 años- los vecinos de Parla volvieron a protestar. Fue un día de furia. Varios cientos de manifestantes comenzaron a las 10:45 la protesta. Pronto fueron miles.»¡Queremos agua!» fue el grito, y empezaron las barricadas. Había una compañía de antidisturbios que se empleó con contundencia, esto es, que lanzó botes de humo y pelotas de goma a la gente. Pero la furia no cedió y pronto estuvieron desbordados: «que vengan dos compañías más». Por la tarde las cosas no hacían más que empeorar… «Mientras los manifestantes arrojaban piedras sin cesar, tumbaban automóviles, semáforos y postes del alumbrado, la actuación de la policía consiguió dispersar las concentraciones de manifestantes, aunque se producían saltos por numerosos sitios. El ataque contra la policía continuaba y se arrojaban macetas y objetos contundentes contra los vehículos policiales y contra los propios policías. A esa hora había resultado herida de extrema gravedad una niña. Poco después, sobre las cinco de la tarde, murió Ursino Gallego-Nicasio. Los testimonios de los testigos indican que el joven presentaba un gran hematoma en el pecho tras recibir el impacto de la bola de goma. Un amigo lo recogió y lo llevó en un taxi al ambulatorio, donde ingresó muerto a las seis de la tarde. La noticia de esta muerte comenzó a extenderse poco a poco y los enfrentamientos se reprodujeron. Algunos policías, según la nota del Gobierno Civil, fueron acorralados por gente que empuñaba armas blancas y amenazaban con matarlos. Dos policías tuvieron que usar sus armas de fuego disparando al aire para intimidar a los que intentaban agredirles. Hacia las once de la noche el pueblo recuperó la calma, aunque se oía la actuación de algunos grupos.»

La pelota que mató a Ursino se disparó «a no menos de 60 metros», según la policía, que afirmaba que el chico estaba en una barricada. Otros testigos decían que no, que le dispararon a dos metros de distancia y que estaba en un portal. Lo cierto es que Ursino llevaba dos entradas para ir al cine esa tarde.

Al día siguiente, los partidos quisieron encauzar la protesta convocando una concentración y llamando a la calma, pero la gente desbordó toda cautela: «Menos política, más agua», les dijeron. Hubo más barricadas y una que cortó la carretera de Toledo. «Esta barricada movió a la policía antidisturbios a actuar nuevamente con fuerzas a caballo, parejas de motociclistas y personal a pie. La calle Valladolid fue escenario de violentos enfrentamientos. Habían sido colocados cables de parte a parte de la calle para evitar la actuación de la policía a caballo y motorizada. A las doce de la noche, hora en que fue redactada esta información, continuaban los enfrentamientos entre policías y vecinos que protagonizaban numerosos saltos por diversas calles, en un clima de guerrilla urbana. La carretera de Toledo sufrió ayer una enorme colapso circulatorio, no sólo por las barricadas sino por los controles policiales montados con motivo del asesinato del general Muñoz Vázquez.» El terrorismo, gran telón de fondo de España.

EL PAÍS publicó un editorial. «La ira con la que se han manifestado los habitantes de Parla no es casual ni gratuita; hay que tener el valor de admitir que lo que urbanísticamente se ha hecho en zonas de Madrid como la salida hacia Toledo es, sencillamente, monstruoso; literalmente, todo lo contrario de lo que se supone debe ser un habitat, un entorno para vivir en sociedad. Parla puede ser un ejemplo de la cruel especulación que se ha hecho en este país con el suelo urbano, con la política de la vivienda y con la migración incontrolada del campo a las grandes ciudades. Grandes extensiones de edificios-dormitorio, de mala calidad, de pobre diseño, sin los adecuados servicios o con fallos crónicos tan graves como la falta de agua, tendidos en las lindes de carreteras de circulación nacional, meros almacenes de la mano de obra que cada mañana nutre a la gran ciudad.

Algún día habrá que recapitular las responsabilidades de quienes nos han legado este Madrid inhóspito y feo cuando, a medio destruir en 1939 y en medio de un páramo, su planificación no ofrecía dificultad alguna. Barcelona y sus municipios más cercanos, Valencia, Bilbao, principalmente, son, junto a Madrid, las ciudades más afectadas por el antiurbanismo que ha presidido su crecimiento en los últimos años.»

Finalizaba con un llamamiento explícito para reconducir hacia la política las reivindicaciones. «Pero, precisamente ahora, a un mes vista de las primeras elecciones municipales democráticas en cuarenta años, no es el momento de llevar a la calle con violencia todos los justificados y amplios memoriales de agravios acumulados por los vecinos. En Parla falta agua y una carretera nacional pone en peligro la vida de sus peatones; Parla, además, es un entorno urbano hosco y con muchos puntos de inhabitabilidad; hay muchas Parlas en las cercanías de las grandes ciudades y aun dentro de ellas. Pero no parece lo más inteligente levantar ahora las barricadas que no se levantaron antaño y cuando más razón había, cuando sólo faltan semanas para elegir libremente a quienes o solucionarán esos problemas o responderán políticamente de ellos.»

Un par de días después de su muerte, fue enterrado Ursino en el nicho 74 del cementerio en medio de una impresionante manifestación popular de duelo. Acudió toda Parla. Se le enterró a las 16:30, fue llevado a hombros hasta el cementerio (ver la imagen que encabeza esta entrada). La emoción fue desbordante y se hizo una colecta en favor de su familia a la salida del entierro. «Desde el cementerio, un pequeño grupo de jóvenes se dirigió al cruce de la carretera de Toledo con la calle de Valladolid, donde fue alcanzado por la bola de goma el joven Gallego. Tras interceptar el paso de dos autobuses-camioneta del transporte público de viajeros, las atravesaron en la carretera y desinflaron sus ruedas.

A continuación, el pequeño grupo se fue incrementando, y se practicaron numerosas barricadas a lo largo de unos dos kilómetros, a base de piedras, señales de tráfico, tubos de hierro, etcétera. El grupo concentrado en el citado cruce llegó a alcanzar a media tarde un número de unas trescientas personas, la mayor parte jóvenes y algunos niños. Se vieron muy pocas mujeres.

Poco después los manifestantes prendieron cuatro hogueras a lo largo de la carretera de Toledo y, con el fuego de una de ellas, incendiaron un turismo MG que se hallaba abandonado en una calle próxima, desde hace días, y que trasladaron hasta la carretera, donde lo volcaron repetidas veces.

Un grupo de unas cincuenta personas se había dirigido poco antes a practicar los cortes en la carretera de Pinto.

Durante las dos horas y media que aproximadamente duraron estos incidentes hasta que llegó la Policía. nadie pronunció ningún grito reivindicativo. Daba la impresión de que sólo se pretendía esperar la llegada de la fuerza pública.» Llegó: «Veinte coches de fuerzas antidisturbios hicieron acto de presencia a las ocho menos cuarto de la noche, aproximadamente. Parte de la fuerza hizo su entrada desde la dirección Toledo y otra parte por la dirección Madrid. Ante su llegada, los manifestantes se dispersaron y refugiaron tras los bloques que hacen linde con la carretera, y lanzaron gritos de «Policía asesina», y «ETA, mátalos».

Hasta las nueve de la noche no se escuchó ningún grito reivindicativo alusivo a la escasez de agua que padece el pueblo, uno de los principales motivos de estos incidentes que se han sucedido.

La policía se limitó a quitar las barricadas y dar paso a la circulación. Al tiempo, lanzaba botes de humo y bolas de goma hacia las zonas donde se hallaban los grupos de protesta. El enfrentamiento no fue tumultuoso. Desde la carretera, la policía lanzaba sus botes y desde las calles próximas los manifestantes lanzaban piedras a la fuerza pública. Ambos, en frecuentes intervalos.»

Un día más tarde, se procedió  a la destitución el alcalde Domingo Ostolaza «por dejación de funciones»… Y del agua, ¿qué? Se hizo un informe a la carrera. «Por su parte, el Canal de Isabel II ha hecho público el Informe redactado por sus técnicos sobre la situación actual del suministro de agua en Parla y las medidas más urgentes a adoptar. Según el informe, Parla se abastece exclusivamente del agua que se saca de dieciséis pozos, situados todos ellos en un radio de 2,5 kilómetros cuadrados, lo que origina, en realidad, que la mayoría coja el agua de la misma bolsa, y el suministro sea normalmente inferior al consumo.

Inmediatamente se comenzarán las obras de dos nuevos pozos, alejados de los primeros, y en el plazo de seis meses se abrirán tres más, lo que permitirá garantizar el volumen de agua necesario en los próximos dos o tres años. Las obras, incluidas las conducciones eléctricas y las tuberías, ascenderán a 34 millones de pesetas.»

Sobre el trágico suceso se cernía un manto de silencio. Un editorial de EL PAÍS, publicado el 10 de marzo, sobre el Ministerio de Interior, que había enviado una nota de protesta por otro editorial anterior, mostraba este relato de la situación, que dejaba al editorialista atónito «si no estuviéramos ya despavoridos»: «La muerte de un muchacho de catorce años en Parla, como consecuencia de la actuación de la fuerza pública, ha sido acogida con verdadera impavidez política. Ojalá el anuncio de que la autoridad se dispone a abrir una investigación para deslindar las eventuales responsabilidades en estas trágicas, absurdas e inútiles muertes no sea, como siempre, hasta ahora, el comienzo de un largo y definitivo silencio. La negativa de UCD a abrir un debate parlamentario sobre el tema no se corresponde con una actitud de defensa de los derechos humanos. Si ya hemos dicho que nos parecían una torpeza y un error, una provocación, en definitiva, las manifestaciones violentas de Parla, ello no obvia el que insistamos en que las actuaciones de la fuerza pública, cuando median vidas humanas, precisan una investigación judicial y no sólo administrativa. Sólo después de aquélla las autoridades podrán amparar con credibilidad a los servicios de seguridad del Estado.»

A los políticos les incomodaba el suceso y evitaron hablar del mismo durante la campaña electoral en curso.

Umbral daba su pincelada a este fresco español: «Muere un niño en Parla, por el agua, no hace tanto tiempo, y el Canal de Isabel II organiza unas conferencias sobre la traída de aguas. Aquí todo se tapa con unas conferencias. Yo no sé si ha habido dinero para arreglar lo de Parla pero me temo que los vecinos de Parla no van a venir en autocares a las conferencias históricas, eruditas y retóricas sobre el agua. Lo que tienen es sed, y en las conferencias suelen dar whisky. El whisky no es para beber, sino para altemar. Lo ha dicho el conde de Bugallal con motivo de este ciclo:

-Cuando llegué al Canal de Isabel II me di cuenta de la inmensa intendencia que hay detrás del grifo. Y si no sabía nada de lo que hay detrás de un grifo, ¿cómo le hicieron a Bugallal presidente y delegado del Gobiemo en el Canal? Aquí no se va a los cargos por lo que se sabe del tema, sino por lo que no se sabe. O sea que se va para aprender.»

Los problemas de abastecimiento de agua en Parla terminaron en 1982 y desde ese año se celebran en junio las Fiestas del Agua.

FUENTE: El País

Coronavirus, agronegocios y estado de excepción

Coronavirus agronegocios

Mucho se dice sobre el coronavirus Covid-19, y sin embargo muy poco. Hay aspectos fundamentales que permanecen en la sombra. Quiero nombrar algunos de éstos, distintos pero complementarios.

El primero se refiere al perverso mecanismo del capitalismo de ocultar las verdaderas causas de los problemas para no hacer nada sobre ellas, porque afecta sus intereses, pero sí hacer negocios con la aparente cura de los síntomas. Mientras tanto, los estados gastan enormes recursos públicos en medidas de prevención, contención y tratamiento, que tampoco actúan sobre las causas, por lo que esta forma de enfrentar los problemas se transforma en negocio cautivo para las transnacionales, por ejemplo, con vacunas y medicamentos.

La referencia dominante a virus y bacterias es como si éstos fueran exclusivamente organismos nocivos que deben ser eliminados. Prima un enfoque de guerra, como en tantos otros aspectos de la relación del capitalismo con la naturaleza. Sin embargo, por su capacidad de saltar entre especies, virus y bacterias son parte fundamental de la coevolución y adaptación de los seres vivos, así como de sus equilibrios con el ambiente y de su salud, incluyendo a los humanos.

El Covid-19, que ahora ocupa titulares mundiales, es una cepa de la familia de los coronavirus, que provocan enfermedades respiratorias generalmente leves pero que pueden ser graves para un muy pequeño porcentaje de los afectados debido a su vulnerabilidad. Otras cepas de coronavirus causaron el síndrome respiratorio agudo severo (SARS, por sus siglas en inglés), considerado epidemia en Asia en 2003 pero desaparecido desde 2004, y el síndrome respiratorio agudo de Oriente Medio (MERS), prácticamente desaparecido. Al igual que el Covid-19, son virus que pueden estar presentes en animales y humanos, y como sucede con todos los virus, los organismos afectados tienden a desarrollar resistencia, lo cual genera, a su vez, que el virus mute nuevamente.

Hay consenso científico en que el origen de este nuevo virus –al igual que todos los que se han declarado o amenazado ser declarados como pandemia en años recientes, incluyendo la gripe aviar y la gripe porcina que se originó en México– es zoonótico. Es decir, proviene de animales y luego muta, afectando a humanos. En el caso de Covid-19 y SARS se presume que provino de murciélagos. Aunque se culpa al consumo de éstos en mercados asiáticos, en realidad el consumo de animales silvestres en forma tradicional y local no es el problema. El factor fundamental es la destrucción de los hábitats de las especies silvestres y la invasión de éstos por asentamientos urbanos y/o expansión de la agropecuaria industrial, con lo cual se crean situaciones propias para la mutación acelerada de los virus.

La verdadera fábrica sistemática de nuevos virus y bacterias que se transmiten a humanos es la cría industrial de animales, principalmente aves, cerdos y vacas. Más de 70 por ciento de antibióticos a escala global se usan para engorde o prevención de infecciones en animales no enfermos, lo cual ha producido un gravísimo problema de resistencia a los antibióticos, también para los humanos. La OMS llamó desde 2017 a que las industrias agropecuaria, piscicultora y alimentaria dejen de utilizar sistemáticamente antibióticos para estimular el crecimiento de animales sanos. A este caldo las grandes corporaciones agropecuarias y alimentarias le agregan dosis regulares de antivirales y pesticidas dentro de las mismas instalaciones.

No obstante, es más fácil y conveniente señalar unos cuantos murciélagos o civetas –a los que seguramente se ha destruido su hábitat natural– que cuestionar estas fábricas de enfermedades humanas y animales.

La amenaza de pandemia es también selectiva. Todas las enfermedades que se han considerado epidemias en las dos décadas recientes, incluso el Covid-19, han producido mucho menos muertos que enfermedades comunes, como la gripe –de la cual, según la OMS, mueren hasta 650 mil personas por año globalmente. No obstante, estas nuevas epidemias motivan medidas extremas de vigilancia y control.

Tal como plantea el filósofo italiano Giorgio Agamben, se afirma así la tendencia creciente a utilizar el estado de excepción como paradigma normal de gobierno.

Refiriéndose al caso del Covid-19 en Italia, Agamben señala que “el decreto-ley aprobado inmediatamente por el gobierno, por razones de salud y seguridad pública, da lugar a una verdadera militarización de los municipios y zonas en que se desconoce la fuente de transmisión, fórmula tan vaga que permite extender el estado excepción a todas la regiones. A esto, agrega Agamben, se suma el estado de miedo que se ha extendido en los últimos años en las conciencias de los individuos y que se traduce en una necesidad de estados de pánico colectivo, a los que la epidemia vuelve a ofrecer el pretexto ideal. Así, en un círculo vicioso perverso, la limitación de la libertad impuesta por los gobiernos es aceptada en nombre de un deseo de seguridad que ha sido inducido por los mismos gobiernos que ahora intervienen para satisfacerla (https://tinyurl.com/s5pua93).